En entrevista concedida al periódico antes de partir de Francia, donde terminó el miércoles una visita de Estado de dos días, Rousseff explicó que en Brasil, para presentarse a una elección, los ciudadanos no tienen que tener condenas, "la fiscalía es independiente, la policía federal investiga y detiene" y la justicia sanciona. "Y el que empezó esta nueva etapa de gobernanza fue el ex presidente" Lula.
Afirmando que la corrupción "es una plaga que afecta a todos los países", la presidenta brasileña estimó que, más allá de las personas, "las instituciones deben ser virtuosas". "La sociedad debe tener acceso a todos los datos gubernamentales" y quienes utilizan fondos públicos "tienen que rendir cuentas". Por ello, Brasil creó un "portal de transparencia" que registra los gastos públicos día a día, agregó.
"Yo no tolero la corrupción, y mi gobierno tampoco. Si hay sospechas fundadas la persona debe partir. Pero por supuesto, no hay que confundir esas investigaciones con una caza de brujas propia de regímenes autoritarios", dijo Dilma a Le Monde.
Rousseff había defendido ya el martes a su predecesor calificando de "lamentables" las acusaciones contra el ex presidente y estimando que se trata de "tentativas para empañar el inmenso respeto que el pueblo brasileño tiene por Lula".
Según el diario O Estado de Sao Paulo, Marcos Valerio, un publicista condenado por la Corte Suprema a 40 años de prisión por su participación en una red de corrupción, acusó a Lula de estar implicado en la misma.
La Corte Suprema condenó a 25 empresarios y políticos en el marco de este caso.
Lula fue excluido del juicio y negó siempre conocer la existencia de la corrupción, un plan de compra de votos de diputados organizado por su partido.
El martes, el ex presidente declaró a la prensa en París que las denuncias hechas contra él son "mentiras".
AFP