Quién no ha probado una copa de vino durante una reunión o evento social. Posiblemente a muchos les trae recuerdos con sabores “añejos” el chocar las copas una o más veces con sus seres queridos desconociendo que, detrás de esa fermentación de uvas con cierta dosis de alcohol, se esconden beneficios para nuestra salud.
Según Martínez-González a cargo del experimento se estudiaron a aquellos voluntarios que, al inicio de la prueba, nunca habían padecido una depresión ni habían tenido problemas relacionados con el consumo de alcohol.
“Es uno de los pocos trabajos en el que se ha medido repetidamente, una vez cada año, el consumo de alcohol de los participantes”.
Los resultados, que se publican en BMC Medicine, muestran que aquellas personas que bebían cantidades moderadas de vino eran menos propensas a sufrir de depresión.
En concreto, detalla el investigador español, las tasas más bajas de depresión se observaron en el grupo de individuos que bebían entre 2 y 7 copas de vino a la semana.
"El consumo de vino siempre se hacía dentro de un patrón mediterráneo, que se basa en pequeñas cantidades diarias y no como hacen ahora los más jóvenes. Si no bebe, no tiene porque empezar ahora”, añade.
La relación del vino y su papel protector frente a enfermedades cardiovasculares es algo que ya se ha demostrado profusamente a través de múltiples estudios.
Pero lo que ha despertado curiosidad es que determinadas cantidades de consumo de alcohol“podrían ejercer cierta protección frente a la depresión de una manera similar a lo observado en la enfermedad cardíaca. De hecho -explica-, se cree que la depresión y la enfermedad cardiovascular comparten mecanismos comunes”.
Además, añade el investigador, estudios previos han sugerido que los compuestos no alcohólicos del vino, como el resveratrol y otros polifenoles, pueden tener efectos protectores sobre ciertas áreas del cerebro, por su función antiinflamatoria y antioxidante.
Este papel protector del alcohol, especialmente del vino tinto, blanco y en menor medida la cerveza, podría explicar las diferencias en la incidencia de depresión entre los países europeos, con niveles más bajos en los mediterráneos (España, Italia o Grecia) y mayores en los países del norte de Europa.