La exmandataria chilena y candidata presidencial Michelle Bachelet afirmó hoy que el golpe de Estado y las violaciones de los derechos humanos no fueron justificables ni inevitables, durante un acto de la oposición celebrado en vísperas del 40 aniversario de la asonada militar.
Bachelet, que fue torturada y cuyo padre, un general leal al presidente Salvador Allende, falleció por los apremios que le infligieron sus compañeros de armas, advirtió además de que sin verdad y justicia no habrá reconciliación en el país, donde aún se desconoce el paradero de unas 1.200 víctimas.
La expresidenta (2006-2010), favorita en las encuestas de cara a los comicios de noviembre, fue la única oradora en un acto realizado en el exterior del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, en Santiago, al que asistieron solo los miembros del pacto electoral Nueva Mayoría.
También estuvieron presentes los exmandatarios Eduardo Frei (1994-2000), democristiano, y Ricardo Lagos (2000-2006), socialista.
Todos ellos declinaron la invitación al acto que una hora después celebró el Gobierno en el Palacio de la Moneda, encabezado por el presidente Sebastián Piñera, en una muestra de que la fractura en esta materia entre la derecha y la izquierda sigue abierta en el país.
"Hoy, Chile está en condiciones de mirar a los ojos su realidad pasada, reconociendo responsabilidades y condenando la violencia de Estado", señaló la expresidenta (2006-2010), que llegó acompañada de su madre, Ángela Jeria, también víctima de torturas durante el régimen de Augusto Pinochet.
Pero, señaló Bachelet, para que haya reconciliación tiene que haber verdad y justicia.
"La verdad, porque tenemos necesidad de conocer lo que vivieron las víctimas y qué pasó con ellos (...). Y la justicia, porque allí donde la justicia se niega, la impunidad ocupa su espacio ahondando las fracturas de un pueblo", subrayó.
En esa mirada hacia el pasado, Bachelet consideró "justo hablar de la agudización del conflicto social" durante el Gobierno del socialista Salvador Allende (1970-1973).
EFE
Bachelet, que fue torturada y cuyo padre, un general leal al presidente Salvador Allende, falleció por los apremios que le infligieron sus compañeros de armas, advirtió además de que sin verdad y justicia no habrá reconciliación en el país, donde aún se desconoce el paradero de unas 1.200 víctimas.
La expresidenta (2006-2010), favorita en las encuestas de cara a los comicios de noviembre, fue la única oradora en un acto realizado en el exterior del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, en Santiago, al que asistieron solo los miembros del pacto electoral Nueva Mayoría.
También estuvieron presentes los exmandatarios Eduardo Frei (1994-2000), democristiano, y Ricardo Lagos (2000-2006), socialista.
Todos ellos declinaron la invitación al acto que una hora después celebró el Gobierno en el Palacio de la Moneda, encabezado por el presidente Sebastián Piñera, en una muestra de que la fractura en esta materia entre la derecha y la izquierda sigue abierta en el país.
"Hoy, Chile está en condiciones de mirar a los ojos su realidad pasada, reconociendo responsabilidades y condenando la violencia de Estado", señaló la expresidenta (2006-2010), que llegó acompañada de su madre, Ángela Jeria, también víctima de torturas durante el régimen de Augusto Pinochet.
Pero, señaló Bachelet, para que haya reconciliación tiene que haber verdad y justicia.
"La verdad, porque tenemos necesidad de conocer lo que vivieron las víctimas y qué pasó con ellos (...). Y la justicia, porque allí donde la justicia se niega, la impunidad ocupa su espacio ahondando las fracturas de un pueblo", subrayó.
En esa mirada hacia el pasado, Bachelet consideró "justo hablar de la agudización del conflicto social" durante el Gobierno del socialista Salvador Allende (1970-1973).
EFE