La prensa mundial reaccionó este sábado con un optimismo prudente a la dimisión del presidente Hosni Mubarak, insistiendo en la incertidumbre que se abre para el mundo árabe.
"La marcha de Egipto hacia la libertad política no ha hecho más que comenzar", escribe el Wall Street Journal. "Este nuevo Egipto es la mejor ocasión desde el 11 de septiembre (de 2001) de cambiar el esclerotizado mundo árabe, y debería ser aprovechada por los egipcios y sus amigos", añade.
El New York Times estima que Estados Unidos y los países democráticos deben presionar para obtener "un cambio plenamente democrático" en Egipto.
El Washington Post abunda en ese sentido, considerando que Estados Unidos y los países occidentales deberían presionar a los militares egipcios: "El poder (militar) podría decidir una nueva hoja de ruta hacia la democracia y unas elecciones".
En Egipto, la prensa gubernamental, que de costumbre mostraba un apoyo sin fisuras a Mubarak, saludó el sábado la "revolución de los jóvenes" que han "vencido" al régimen.
En Túnez, la prensa se pregunta: "¿A quién le toca ahora?". "Esta revolución también es nuestra", titula Le Temps. "El presidente-dictador (Mubarak) al fin ha comprendido que ninguna fuerza, por muy potente que sea, puede oponerse a la voluntad del pueblo. Él se ha enterado demasiado tarde y no ha asimilado la lección tunecina".
En Siria, el diario Baas, órgano del partido al poder, saluda "un momento histórico. Uno de los más grandes de la historia nacional egipcia y uno de los más brillantes de la historia popular árabe, que nunca se recuperó de la pérdida de Egipto, desde que está en las mazmorras de Camp David", en referencia al acuerdo de paz que El Cairo firmó en 1979 con Israel.
Asharq Al Awsart, diario de Londres cuyo propietario es Arabia Saudita, se felicitó por la dimisión de Mubarak y escribe que "el ritmo de la rebelión de Egipto sacude a Irán", potencia con la que la monarquía petrolera mantiene un pulso por la hegemonía en la región.
Para el Times de Londres, la caída de Mubarak trae "alegría, esperanza y libertad a Egipto, pero también la amenaza de la incertidumbre y del cambio en una región volátil".
"Ha sido como el momento de la caída del muro de Berlín para esta generación", escribe. "No caerán todas las piezas del dominó. Pero muchos gobiernos se darán prisa ahora en evitar las mismas condiciones que engendraron la revolución" egipcia.
Más severo, el Daily Telegraph escribe: "No tengan ninguna duda, lo que se saluda como un triunfo del pueblo es una toma de poder militar".
"Todo depende ahora de la forma en que el ejército use su poder", analiza el Independent.
Por su lado, los editorialistas franceses se preguntan quién será el siguiente en caer, y colocan al presidente argelino Abdelaziz Buteflika en primera posición.
"El miedo cambiado de lado, y la angustia se insinúa en la cabeza de los dictadores", escribe Libération. "En menos de cien días, en Túnez y en El Cairo, dos regímenes que pensábamos inexpugnables han pasado a la trampilla de la historia",
"Muchos regímenes autoritarios tendrán que adaptarse a la nueva situación, o prepararse a pasar el relevo", pronostica Le Figaro.
El diario español El País comenta que "tras 18 días de ejemplar empeño colectivo, los egipcios han conseguido el primer y fundamental objetivo de su revuelta, la caída de Hosni Mubarak". El rotativo madrileño apunta no obstante, respecto a la toma de poder de la cúpula militar, que "el historial de los militares en las naciones árabes no es precisamente alentador".
La prensa oficial china insistió en la necesidad de "restaurar la estabilidad" en Egipto.
"Hay que darle un nombre, y sólo se la puede llamar 'la revolución de la web', porque es la generación de los blogs, de Facebook y de Twitter la que ha prendido la mecha y ha hecho caer al rais", comenta el diario italiano La Repubblica.
En Brasil, para el diario carioca O Globo, "La caída del último faraón" simboliza "una nueva era de revoluciones", si bien existe "un riesgo de efecto dominó" en la región, cuyas consecuencias son inciertas, según los analistas.
Un editorial de la Folha de Sao Paulo estima que "ahora que se ha logrado lo imposible" (la salida de Mubarak), "la transición a la democracia será muy difícil".