(Nueva York, 26 de septiembre. AP).- Sentado al lado de Terry Collins, su primer mánager en Grandes Ligas, Bobby Abreu evocó el inicio de su carrera en septiembre de 1996.
El pelotero venezolano, que el viernes anunció su retiro al final de su 18va temporada en las mayores, mencionó que había fallado en sus primeros 11 turnos al bate con los Astros de Houston, y Collins estaba impaciente.
“‘¿Es que no vas a batear un hit en Grandes Ligas?”’, le dijo Collins, según recordó Abreu, mientras ambos se doblaban de la risa. “Y bateé uno esa noche”.
Por pura coincidencia, ese primer hit —un sencillo al bosque derecho como bateador emergente— fue ante los Mets de Nueva York, el equipo con el que este año logró reaparecer en las mayores para su última temporada y que con Collins como piloto.
“Disfruté al máximo cada momento en Grandes Ligas”, dijo Abreu a The Associated Press. “Y con la oportunidad de volver este año y estar con el uniforme, lo disfrutas más. Ha sido para poder retirarte como tú quieres”.
De hecho, Abreu “regresó” dos veces durante 2014.
Su carrera pareció haber llegado a su fin cuando los Mets le dieron de baja el 4 de agosto, luego de subirlo de Triple A el 21 de abril. Abreu aceptó volver a las menores y esperó para dar un último sorbo de Grandes Ligas en septiembre.
A sus 40 años, Abreu inicia el último fin de semana de la campaña con un promedio de por vida de .291 con 288 jonrones, 574 dobles, 1.363 carreras remolcadas y 400 bases robadas con Houston, Filadelfia, los Yanquis, los Angelinos, los Dodgers y los Mets.
Se despide como uno de los bateadores más subestimados de su generación.
Seleccionado dos veces para el Juego de Estrellas de manera consecutiva en 2004 y 2005, Abreu nunca figuró entre los 10 primeros en las votaciones al Jugador Más Valioso, con un duodécimo puesto en 2009 como lo más alto.
Pero fue un auténtico modelo de consistencia en cuanto a contacto y disciplina, sobre todo en el ciclo entre 1998 y 2009, en el que se estableció como uno de los mejores bateadores de las mayores, promediando 21 jonrones, 97 impulsadas, 28 robos. Su promedio al bate se mantuvo con regularidad por encima de .300 y el de embasado arriba de .400.
“Lo conozco desde que tenía 18 años y puedo señalarlo como alguien que debe estar muy arriba en cualquier lista de los mejores de su generación”, dijo Collins.
Para ponerlo en perspectiva, su OPS —el porcentaje de embasado y slugging de .870 en 2.423 juegos— supera los de Paul Konerko (.841 en 2.346 juegos) y Derek Jeter (.817 en 2.745), contemporáneos suyos.
Asimismo, Abregu gestionó 1.475 boletos, la mayor cantidad entre los peloteros en activo.
Se trata de números que legítimamente sustentarían una candidatura para el Salón de la Fama.
Pero Abreu sabe que eso no está bajo su control.
“Yo creo que dejé todo lo mejor de mí para dejar buenos números. Hice todo lo mejor. El Salón de la Fama no está en mis manos”, indicó.
Su plan inmediato es retirarse con toda regla en el béisbol venezolano, con los Leones del Caracas, manejar sus negocios personales y luego consideraría involucrarse otra vez con el béisbol como coach de bateo.
La presencia de venezolanos en las mayores ya se hacía sentir cuando Abreu irrumpió a finales de la década de los 90 y no fue casualidad que más clubes de Grandes Ligas empezaron a instalar academias en el país sudamericano, captando una oleada de astros actuales como Miguel Cabrera, Félix Hernández y Pablo Sandoval.
“Cuando empecé había una o dos academias. Se abrieron las puertas para toda esta generación de estrellas de ahora”, reflexionó Abreu sobre su legado para Venezuela. “Las academias que están allá son influyentes para el aprendizaje, que jueguen con los fundamentos y una ética de trabajo más profesional”.
En esta campaña, batea para .246, con un vuelacerca y 14 impulsadas en 130 turnos.