AFP) – Es domingo al mediodía en Las Vegas y Justin parece desahuciado: tiene una monstruosa resaca tras haber bebido alcohol durante dos días seguidos, pero
un nuevo servicio promete sacarle el dolor de cabeza, las sudoraciones y la sensación de muerte inminente.
Este oriundo de Seattle (Washington, noroeste de EE UU), de 38 años, es uno de los primeros clientes del servicio médico ambulante “Cielo para la resaca” (Hangover Heaven), que ofrece “curar” los efectos de una noche de juerga en apenas 45 minutos.
“Fue un fin de semana de amigos. Llegamos el jueves. Ayer nos fuimos a un club, bebí demasiado, me quedé despierto toda la noche”, contó a la AFP Justin, un ejecutivo de la industria aeronáutica, mientras recibe por vía intravenosa un cóctel de medicamentos contra las naúseas, vitaminas y fármacos para la rehidratación.
Justin -que pidió tímidamente no dar su apellido- se encuentra a bordo de un moderno autobús estacionado frente al casino Mandalay Bay, en el extremo sur de la famosa Strip de Las Vegas (Nevada, oeste).
Desde el exterior el vehículo parece un autobús común. Pero en el interior no se diferencia de una ambulancia: hay tubos para suero, pulsómetros, enfermeras atentas y hasta literas que invitan al descanso.
El nuevo servicio, lanzado el 14 de abril, surgió de una idea del anestesista Jason Burke
“Observando a los pacientes en la unidad de cuidados post-anestesia, me di cuenta de que tenían muchos de los mismos síntomas que las personas con resaca: náuseas, dolor de cabeza, molestias generales, sensación de desorientación”, dijo el médico, que sigue trabajando en los hospitales locales.
“Pensé que quizás los mismos medicamentos podrían funcionar para tratar la resaca”, contó.
Burke vive sin duda en el sitio adecuado. Las Vegas, capital del juego, es reconocida internacionalmente por su intensa vida nocturna e intoxicaciones de todo tipo, escenario de la taquillera película de 2009 “Hangover” (“Resacón en Las Vegas” en España y “¿Qué pasó ayer?” en Latinoamérica).
La propia ubicación de Las Vegas, en medio del desierto, favorece la deshidratación que contribuye a la resaca, dijo Burke, tras recibir a la AFP en la puerta del Hotel Ceaser’s Palace, última parada del circuito que recorre el autobús en la zona del Strip.
El autobús, que promete un “paseo ultra-suave” para aliviar estómagos revueltos, tiene cuatro literas en el área del medio, un salón en el fondo, un baño y una “sala de entrevistas privada para quienes tengan problemas médicos que deseen conversar”.
Debbie Lund, una de las enfermeras, formada en emergencias, aseguró que el primer fin de semana se había trabajado bien, con más de 25 clientes.
“Vienen de todas partes del mundo, algunos en viajes de negocios, otros por despedidas de soltero o de soltera”, dijo, y añadió que muchos empiezan a consumir alcohol ya en el avión.
El servicio no es barato: hay dos paquetes básicos, “Redención” y “Salvación”, con un precio base de 90 y 150 dólares respectivamente.
Ambos proporcionan los medicamentos por vía intravenosa, pero la opción premium incluye hidratación por vía intravenosa, fármacos contra las náuseas y anti-inflamatorios, así como suplementos vitamínicos, que pueden “permanecer en su sistema días después de la terapia”.
Burke explica que apuesta a un público entre 30 y 40 años, con un ingreso de entre 70.000 y 100.000 dólares anuales. “Definitivamente no es para quienes toman alcohol a través de un embudo”, dijo.
Aunque en Las Vegas se emborrachan personas de ambos sexos, el médico espera que sus clientes sean en su mayoría hombres, en una proporción de 80% frente a un 20% de mujeres.
Según él, los hombres son más pragmáticos, y las mujeres suelen ponerse mucho más nerviosas con las vías intravenosas.
Los que dan su testimonio en video en el sitio web del servicio son todos hombres, que describen el consumo de ingentes cantidades de alcohol. Como Justin, que ya terminó de recibir el cóctel de fármacos.
“Me siento mejor”, afirmó, empezando a recordar los detalles de la borrachera de la noche anterior y alegrándose de haber reservado el servicio de Burke.
Sus amigos están en la piscina del hotel, bebiendo otra vez, dijo. Todos deben irse de Las Vegas al día siguiente. Cuando le preguntan si saldrá de fiesta esa noche, Justin parece tentado.
“Tal vez”, dijo. Y sonrió.