(AP) — Las “narco polo” son las camisetas que están de moda en los barrios de clase baja en México, a inspiración de siete narcotraficantes de alto rango arrestados en un lapso de tres meses.
Cuando fueron presentados ante la prensa, estos individuos lucían camisetas de manga corta y cuello abierto con el famoso emblema del jinete con un bastón de polo.
Ahora las polo se ven en todas partes, las expenden vendedores callejeros en diversos lugares, desde el estado de Tamaulipas, al que asuela el narcotráfico, hasta Sinaloa, la cuna de esta actividad ilícita en el país.
La demanda de estas prendas es tan alta que un vendedor de la Ciudad de México —Felipe— las tiene en existencia en varios colores, y las identifica por el color que llevaba el jefe narcotraficante en el día de su arresto.
“Esta es la ‘J.J”’, dijo el comerciante mientras señalaba una de color azul, “y esa es ‘la Barbie”’, mientras apuntaba a un número verde en una polo.
El “J.J.” es José Jorge Balderas, supuesto traficante de narcóticos y quien hirió de un disparo en la cabeza al astro paraguayo de fútbol Salvador Cabañas. “La Barbie” es Edgar Valdez Villarreal, quien nació en Estados Unidos.
En algunos barrios similares, puede ser útil una playera que emita el mensaje de “no te metas conmigo” o una sensación vaga de amenaza
A pesar de que tenían la marca Ralph Lauren,
las polo que se venden en unos 160 pesos (13,50 dólares) en la Ciudad de México claramente son prendas pirata que se comercializan sin licencia. Felipe omitió su nombre completo para evitarse complicaciones con la policía.
Sin embargo, algunos clientes le piden a Felipe que les ponga el nombre de ellos en la espalda de la prenda, un servicio por el que les cobra un extra. El resultado final es una suerte de provocación.
“Muchos de los muchachos de por aquí mandan bordar sus nombres acá atrás, como para decir, no es La Barbie, soy yo”, apuntó.
Posiblemente no era éste el sector demográfico al que pensaban vestir con las polo los diseñadores de Ralph Lauren.
La empresa no respondió a las diversas llamadas que se le hicieron para que emitiera declaraciones sobre la popularidad de las prendas entre los círculos delictivos mexicanos.
La Barbie al parecer era el único que llevaba una polo auténtica de marca cuando lo detuvieron. Los demás narcotraficantes al parecer llevaban prendas piratas de 98 a 145 pesos con el “Poni Grande” de Ralph Lauren.
“… vean que puedo ser narco, así que mejor no se metan conmigo”
La polo se ha popularizado tanto que
ya emitió sus críticas el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez.
“Ya ve cómo han proliferado esas camisetas de La Barbie, que se han impuesto como moda”, dijo López Valdez.
Aunque no propuso una prohibición total a las prendas, el gobernador dijo a una radio local, “tenemos que ir cerrando el paso a todo lo que provoca la incidencia delictiva”. Se quejó de que la moda glorifique a los narcotraficantes.
“Muchos jovencitos de alguna forma quieren emular a esos ídolos que estamos promoviendo, y quieren ser narcotraficantes, y hay muchas jovencitas que quieren ser novias de narcotraficantes, y eso es una subcultura que queremos luchar contra ella”, apuntó.
Sin embargo, quizá no se trate de una mera adulación. Los jóvenes tal vez muestran con las polo su desprecio hacia la autoridad, un pasatiempo ordinario entre las personas de esa edad en el mundo.
“A la policía, puedo ser narco, y puedo pasar frente a ti, y no me puedes decir nada, porque nada más me estoy poniendo una playera”, dijo Oscar Galicia Castillo, psicólogo de la Universidad IberoAmericana que estudia a reclusos.
“Actualmente muchos jóvenes lo están utilizando como una manera de mofarse de ese estatus snob, incluyendo el de algunos capos”, agregó.
Para Pedro, quien vende golosinas en un puesto en una calle de la Ciudad de México, su polo azul claro le produce una sensación indefinible de satisfacción.
Dijo que las polo han hecho furor en el barrio de Tepito, que tiene cierta fama de pendenciero, y afirmó que su esposa le regaló una de sorpresa.
“Se ve bien, luce, da categoría”, dijo. Declinó dar sus apellidos con el argumento de que la policía lo había detenido en fecha reciente por vender cigarrillos a menores de edad.
En algunos barrios similares, puede ser útil una playera que emita el mensaje de “no te metas conmigo” o una sensación vaga de amenaza.
“La gente quiere parecerse al JJ. Quieren que la gente piense que son duros, es para aparentar”, dijo César, un vendedor de playeras pirata y quien afirmó que son hombres jóvenes la mayoría de sus clientes en su puesto en la capital.
Durante al menos dos décadas, las autoridades mexicanas han expresado preocupación por los jóvenes que emulan a los traficantes de drogas, desde los días en que los narcos favorecían las prendas Versace y botas de cuero de animales exóticos, o hebillas con la insignia de hoja de marihuana, playeras y gorras de béisbol.
Esas tendencias de moda son muy regionales y consideradas de mal gusto.
Sin embargo, la nueva tendencia ha recibido impulso de una nueva generación de narcotraficantes más urbanos y finos, que se visten a la usanza de las clases más ricas de México.
En 2010, Vicente Zambada Niebla, hijo del jefe narcotraficante Vicente “El Mayo” Zambada, fue arrestado en un sector lujoso de la Ciudad de México. Vestía como joven de familia rica, llevaba una chaqueta deportiva, jeans de marca de lujo y una playera de algodón a rayas.
Vicente Carrillo Leyva, hijo de otro jefe narcotraficante, fue capturado más o menos en la misma fecha con un traje para trotar que llevaba la marca “Abercrombie”.
Una nueva generación de narcotraficantes más urbanos y finos, que se visten a la usanza de las clases más ricas de México
La cobertura de prensa en torno a los arrestos también ha fomentado la tendencia de la narcomoda.
Los jefes traficantes de drogas capturados son presentados en un tipo de pasarela ante las cámaras de televisión con lo más reciente de la narcomoda, y a menudo con hermosas mujeres a su lado.
Las autoridades han permitido a algunos de ellos, como el J.J., presentarse en entrevistas, sentados, seguros de ellos mismos, sanos y sin la menor muestra de remordimientos.
Balderas dijo en referencia a la notoriedad que había logrado mientras estaba prófugo que su negocio había prosperado y que todos querían trabajar con él.
No es la primera vez que los diseñadores se topan con un mercado imprevisto. Hace unos años, la ropa del diseñador Tommy Hilfiger, para gente adinerada, se había vuelto casi una insignia entre los jóvenes urbanos.
Para el psicólogo Galicia Castillo lo importante es sobresalir, identificarse como miembro de cierto sector en un mundo atestado de gente, quizá igual que aquellos dispuestos a gastar el equivalente 145 dólares por una prenda original.
“A todos los que me vean, por eso me lo pongo, para que todos me vean, vean que me alcanza, vean que puedo ser narco, así que mejor no se metan conmigo”, explicó el experto.