En su intervención durante el debate abierto del Consejo de Seguridad, Valero expresó, “La agudización del conflicto está asociada a la impunidad con la que actúa Israel, la Potencia Ocupante, cuya élite política y militar, valiéndose del apoyo, influencia y poder de veto de un miembro permanente del Consejo de Seguridad, viola flagrantemente el derecho internacional, los derechos humanos del pueblo palestino y el derecho internacional humanitario”.
De igual manera acotó los intereses que a su juicio mantienen dicha situación.”El conflicto israelí-palestino devela también los intereses políticos y económicos imperiales, asociados a intereses de grupos políticos y económicos de países de la región. El control de las reservas petrolíferas de Medio Oriente es la clave de los asuntos que se dirimen”.
A continuación la intervención completa del Embajador:
Señor Presidente,
Queremos reiterarle el apoyo de nuestra Misión Permanente a su gestión como presidente del Consejo de Seguridad.
La República Bolivariana de Venezuela se adhiere a la declaración del Excelentísimo Embajador Mohammad Khazaee, Representante Permanente de la República Islámica de Irán, en nombre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL).
Señor Presidente,
Son ancestrales los derechos del pueblo palestino sobre sus tierras,cada vez más asediadas y secuestradas por Israel, la Potencia Ocupante.
Ese corredor natural entre Asia y África, y con salida al Mar Mediterráneo, asiento de antiguas culturas, ha sido y es una región apetecida por los colonialistas, los antiguos y modernos imperios.
Vestigios arqueológicos muestran que las aldeas más antiguas de la humanidad, datan de 9 a 5 mil años antes de nuestra era, Palestina atesora miles de años de historia.
En el poema de Atrahasis o Del Muy Sabio, cuyo título babilónico es “Cuando los dioses eran como el hombre”, se narra cómo hubo un tiempo en que los hombres no poblaban la tierra. Solo la habitaban dioses que estaban divididos en dos clases; los igigi, que trabajaban la tierra y con su trabajo alimentaban y facilitaban la vida a la aristocracia de los dioses, y los annunaki que vivían del trabajo de aquellos.
Agotados los igigi, por su opresivo trabajo, se rebelan contra los otros dioses. Reclaman vida luminosa bajo el sol. Y es que desde tiempos inmemoriales los dioses y los hombres han insurgido en contra la opresión y la injusticia.
El poema viene a nuestra memoria cuando el pueblo palestino reclama el derecho inalienable que tiene a ejercer dominio sobre sus propias tierras, y a ocupar un lugar digno – sin sometimiento y opresión – en la historia.
Ese cordón umbilical de un pueblo con sus raíces ancestrales, permite explicar la heroica resistencia de los palestinos, y de los árabes en la región del Medio Oriente, por su identidad nacional y cultural.
Miembros permanentes de este Consejo de Seguridad han impedido que este órgano principal impulse arreglos que faciliten una solución pacífica de la Cuestión de Palestina, en cumplimiento de las responsabilidades primordiales que le corresponden, en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
La agudización del conflicto está asociada a la impunidad con la que actúa Israel, la Potencia Ocupante, cuya élite política y militar, valiéndose del apoyo, influencia y poder de veto de un miembro permanente del Consejo de Seguridad, viola flagrantemente el derecho internacional, los derechos humanos del pueblo palestino y el derecho internacional humanitario.
Son manifiestas las violaciones a la legalidad internacional por parte de esa élite, en los territorios ocupados del Estado de Palestina. Sus acciones incluyen, entre otras, el despojo de la soberanía territorial del pueblo palestino; la destrucción de la economía; el desplazamiento de poblaciones; la destrucción de las infraestructuras básicas y de los cultivos; asesinatos selectivos en el marco de la política de terrorismo de Estado y en masa.
El conflicto israelí-palestino devela también los intereses políticos y económicos imperiales, asociados a intereses de grupos políticos y económicos de países de la región. El control de las reservas petrolíferas de Medio Oriente es la clave de los asuntos que se dirimen.
Señor Presidente,
Venezuela reitera su rechazo a la intromisión de potencias extranjeras y el apoyo que brindan a grupos terroristas en Siria, responsables de la violencia generalizada, tendiente a propiciar el derrocamiento del Gobierno legítimo del Presidente Bashar Al-Assad.
¿Cómo se puede combatir el terrorismo si al mismo tiempo se financia, se arma, asesora y adiestra mercenarios y terroristas en Siria?
Hacemos un llamado al cese de la violencia armada, con miras a hallar una solución política negociada a la crisis que enfrenta al Gobierno Sirio y a las fuerzas opositoras, teniendo en cuenta la Iniciativa Política propuesta por el Presidente Al-Assad hace algunos días.
Reiteramos nuestro total respaldo a la soberanía, la independencia, la unidad y la integridad territorial de Siria, en consonancia con los propósitos y principios de la Carta.
Señor Presidente,
Algunos miembros de este Consejo de Seguridad han llamado la atención sobre el manejo oportunista de la resolución 1973(2011), sobre Libia, lo cual ha coadyuvado – por fortuna – a contener los planes guerreristas de ciertos países.
La naturaleza de las Naciones Unidas y la vigencia de su Carta están comprometidas. La intervención extranjera en los asuntos internos de los Estados soberanos y la agresión armada han sido los métodos elegidos por algunas potencias para satisfacer sus objetivos colonialistas. En nombre de una supuesta defensa de la democracia y los derechos humanos – inspirada en la política del cambio de régimen – se masacran pueblos y destruyen sus instituciones legítimas.
Señor Presidente,
Queremos insistir en que no hay “terrorismo bueno”. Todo terrorismo es pernicioso, pues propicia el desmantelamiento de los Estados y su soberanía. Nunca la opción ha sido la guerra, el terrorismo, el intervencionismo y la violación de los derechos humanos.
El Gobierno Bolivariano reitera que el diálogo político y la utilización de los medios de solución pacífica, son las herramientas más expeditas para resolver las controversias o los conflictos. Los pueblos y Estados soberanos, por su parte, son los únicos llamados a diseñar y ejecutar su propio destino.
Señor Presidente,
En las actuales circunstancias históricas, cuando redoblan los tambores de la guerra, adquiere gran relieve el llamado que hicieron los Jefes de Estado o de Gobierno del Movimiento de Países No Alineados, en la Cumbre de Teherán, del 2012, a “reanudar y promover un proceso de paz en el Medio Oriente sobre la base de las Resoluciones 242, 338, 425, 1397, 1515 y 1850 del Consejo de Seguridad, el mandato de Madrid, incluyendo el principio de territorio por paz, y la Iniciativa de Paz Árabe (…)”.
Declararon los dignatarios que “la construcción y expansión de los asentamientos y el Muro, están en total contradicción con el proceso de paz ydeben cesar completamente a fin de reanudar de forma creíble cualesquiera negociaciones de paz (…)”.
De igual manera, “reiteraron la necesidad y la urgencia de poner fin a la prolongada e ilegal ocupación israelí de todos los territorios árabes ocupados desde 1967, incluida Jerusalén oriental. Reafirmaron, además, su inveterada posición de apoyo a la independencia del Estado palestino en todo el territorio palestino ocupado por Israel en 1967, incluida Jerusalén oriental como su capital.”
Finalmente, el Gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías reitera su apoyo a la aspiración legítima del Estado de Palestina, de convertirse en miembro de pleno derecho de la Organización de las Naciones Unidas.
Esperamos que las objeciones interpuestas por un miembro permanente de este órgano sean retiradas, de modo que la Asamblea General pueda aprobar – de manera expedita – la admisión del Estado de Palestina en calidad de miembro, a la luz de una posible recomendación del Consejo de Seguridad, en consonancia con las disposiciones de la Carta.
El Consejo de Seguridad debe cumplir a cabalidad las competencias que ese instrumento jurídico, constitutivo de las Naciones Unidas, le otorga en esa esfera.