El primer ministro británico, David Cameron, prometió el miércoles organizar un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido dentro de una Unión Europea (UE) previamente reformada antes de que acabe 2017, suscitando las primeras reacciones negativas en Europa.
"Y cuando hayamos negociado ese nuevo acuerdo, daremos al pueblo británico un referéndum con una opción muy simple de dentro o fuera. Permanecer dentro de la UE bajo las nuevas condiciones o salir completamente", agregó en un discurso considerado crucial y esperado desde hace seis meses.
El jefe del gobierno británico precisó que ese referéndum, una concesión al ala más euroescéptica de su Partido Conservador, se celebrará en la primera mitad de la legislatura (2015-2020), es decir antes del final de 2017.
"Ya es hora de que el pueblo británico pueda hablar", afirmó Cameron cuyo partido también bajo la amenaza electoral potencial del UKIP, una formación soberanista y antieuropea que está ganando adeptos.
Cameron no dio elementos precisos sobre el acuerdo que pretende renegociar con sus socios de Bruselas, con excepción de que debe girar en torno al mercado único, que desde el ingreso del Reino Unido en la UE en 1973 ha sido "vital" para las empresas y empleo británicos, y le ha permitido recibir importantes inversiones.
Anteriormente, sin embargo, había expresado su deseo de repatriar a Londres competencia especialmente en materia de reglamentación financiera y social.
En su discurso, considerado por la prensa como el más importante desde que llegó a Downing Street en 2010, estimó que la UE debe responder a los retos derivados de la crisis de la eurozona, la falta de competitividad del bloque frente a las potencias emergentes y el desapego creciente de los ciudadanos.
"Si no hacemos frente a estos desafíos, el peligro es que Europa fracase y que los británicos deriven hacia la salida", advirtió el líder precisando que personalmente no era partidario de esa solución que, según los últimos sondeos, tendría el apoyo de un tercio de los británicos
"Quiero que la Unión Europea sea un éxito. Y quiero una relación entre el Reino Unido y la UE que nos mantenga dentro", afirmó.
"No soy un aislacionista", afirmó en dirección a los dirigentes europeos reticentes o incluso hostiles a la renegociación del acuerdo.
Numerosos británicos dudan también que pueda obtener concesiones de Bruselas, pero Cameron se declaró convencido de que "con valor y convicción" se puede lograr la UE "más flexible, adaptable y abierta" que busca su país.
"Y cuando llegue el referéndum", concluyó, "déjenme decir que si podemos negociar ese acuerdo, haré campaña a favor de él con toda mi alma y mi corazón".
Históricamente, los dirigentes británicos han logrado numerosas excepciones, derogaciones y descuentos en las diferentes etapas de la construcción europea, pero esta vez parece haber un cierto consenso entre el resto de los dirigentes europeos en contra de una "Europa a la carta".
Berlín y París no tardaron en reaccionar. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, dijo que su país quería que el Reino Unido siguiera siendo un "miembro activo y constructivo" de la UE, aunque subrayó que el bloque no era "la suma de los intereses nacionales" sino una "comunidad de destinos".
Su homólogo francés, Laurent Fabius, estimó que el proyecto de Cameron era "peligroso" para el Reino Unido", puesto que en caso de salida de Europa su situación sería "difícil".
En el Reino Unido, políticos, empresarios e incluso la City también han advertido públicamente sobre el impacto negativo que la perspectiva de una ruptura con la UE podría tener para una economía frágil.
En un primera reacción, el líder de la oposición laborista, Ed Miliband, insistió que el discurso presentaba a Cameron como un "primer ministro débil, guiado por su partido y no por el interés económico nacional.
En el otro extremo, el líder del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), anunció que "el trabajo real del UKIP empieza hoy" para poder ganar el referéndum.