Perfil: Maduro, mano derecha de Chávez, elegido para eventual sucesión
(Reuters) - Nicolás Maduro se convirtió en el elegido del presidente Hugo Chávez para continuar con su revolución socialista, después de que el mandatario revelara que debe volver a operarse por una recurrencia del cáncer contra el que lucha desde hace más de un año.
En cadena nacional, Chávez dijo el sábado por primera vez desde que le fue diagnosticada la enfermedad que si por alguna situación no pudiera retomar el mando del país petrolero sería Maduro el que quedará al frente de Venezuela.
“Si pasa algo que me inhabilite para continuar al frente de la presidencia, Nicolás Maduro debe concluir el periodo”, dijo un consternado Chávez.
Después de haber ganado las elecciones en octubre, Chávez debe asumir en enero un nuevo periodo hasta el 2019. La Constitución venezolana establece que si el presidente tuviera que alejarse del poder por cualquier causa o por un eventual fallecimiento, el vicepresidente debe convocar a elecciones.
Chávez pidió el domingo a los venezolanos que si se tuvieran que llamar a nuevos comicios, voten por Maduro.
“Mi opinión firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que en ese escenario que obligaría a convocar de nuevo a elecciones presidenciales, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido”, sostuvo Chávez.
A sus 50 años, Maduro representa el sueño socialista de que un trabajador llegue al poder. Apenas con el título de bachillerato, comenzó a manejar los buses del sistema del metro de Caracas, luego fue sindicalista, militante y por último político de primera línea en la nación caribeña.
En octubre, tras ganar las reelección, Chávez nombró a Maduro vicepresidente.
“Mira donde va Nicolás, de autobusero (a vicepresidente). Nicolás era conductor de autobús en el Metro y cómo se burla de él la burguesía por eso”, sostuvo en esa oportunidad.
La carrera que inició en las calles lo llevó a ser parte de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó una nueva carta magna, luego fue diputado y jefe de legislativo hasta 2005. Al año siguiente fue llamado al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde se convirtió en el puente de Chávez para estrechar lazos con países que Estados Unidos mira con recelo.
“Maduro encarna la cultura del venezolano, es fraterno, simpático. Es un genuino hombre de su pueblo”, comentó Ramón Torres Galarza, embajador de Ecuador en Caracas sobre el ahora vicepresidente, un hombre alto, fornido y de amplia sonrisa.
Como jefe de la diplomacia de Caracas, Maduro fue clave en la firma de acuerdos bilaterales con China, Rusia, Bielorrusia e Irán, al tiempo que lanzaba duros dardos contra Washington, el “imperio” enemigo de Chávez y principal comprador del petróleo venezolano.
“Obama ignora la realidad de nuestro país (…) actúa con un gran cinismo, una gran perversión. Ha heredado, lamentablemente, después de haber pasado tres años en el Gobierno, el cinismo y la perversión (de su antecesor, George W. Bush)”, dijo Maduro durante la Cumbre de las Américas en Cartagena este año.
Quienes lo conocen, aseguran que es socialista “desde siempre”, mientras que en los círculos diplomáticos se le atribuye ser el practicante de una “nueva forma de hacer diplomacia”.
“Su capacidad para tejer consensos y vencer divisiones ha sido vital en los procesos de integración de América Latina”, sostuvo el diplomático ecuatoriano.
Sin embargo, sus adversarios critican la poca preparación formal del ex sindicalista y lo ponen como ejemplo del estilo de gobierno que impuso Chávez, al que acusan de primar la fidelidad personal a los intereses del país.
También lo señalan de formar parte de una nueva suerte de elite económica conocida localmente como la “boliburguesía”, nacida a la sombra de la revolución y sus ingentes recursos.
AMIGO Y CONFIDENTE
La relación entre Maduro y Chávez es de mucha confianza y se remonta a la época cuando él y su compañera sentimental Cilia Flores salieron a las calles a pedir por la libertad del militar retirado cuando estaba preso por la intentona golpista de 1992.
La buena sintonía entre ambos es pública y notoria. Chávez no pierde oportunidad para hacerle bromas y lo ha retado a hacer dieta y a disminuir su dosis de “submarinos”, los emparedados preferidos del funcionario.
Maduro suele responder con una amplia sonrisa a los embates de Chávez, quien hasta lo felicitó por bajar “algunos gramos” tras compartir una dieta durante sus tratamientos por cáncer en Cuba.
Ese carácter sin complicaciones y su compromiso con la revolución bolivariana lo convirtieron en la sombra de Chávez. Fue uno de los pocos miembros del gabinete que estuvo en junio del 2011 en La Habana durante las dos primeras operaciones de Chávez por un cáncer en la región pélvica.
“Si me preguntas quién es el hombre de confianza, el amigo y el confidente, diría que es Maduro”, sostuvo un diplomático europeo.
Pero, además de la amistad, Maduro tiene músculo político. Es un convencido de la revolución y maneja un espacio de poder fortalecido tras el nombramiento de Flores como Procuradora General de la República. También goza del respaldo de un amplio sector de la bancada oficialista en la Asamblea.
Por Mario Naranjo