"Con las manifestaciones que prosiguen en las calles de Egipto, estamos inquietos por los riesgos de violencia y llamamos de nuevo a todas las partes a la calma", afirmó Philip Crowley en la red Twitter.
"Los egipcios no aceptan más el statu quo, ellos esperan que su gobierno inicie un proceso para instaurar verdaderas reformas", añadió.
La comunidad internacional expresó su inquietud por la crisis en Egipto y el presidente estadounidense Barack Obama llamó a Mubarak a "tomar medidas concretas para cumplir con sus promesas" y a "abstenerse de utilizar la violencia contra manifestantes pacíficos".
Pero esas promesas fueron insuficientes para satisfacer las reivindicaciones de la población de mejores condiciones de vida, menos desempleo y menos pobreza y de libertad de expresión, ni para devolver a Mubarak su credibilidad.
"¡Fuera Mubarak!"; "Quien quiere a Egipto no lo destruye", gritaban miles de personas que rasgaban fotos del jefe de Estado en la plaza de Tahrir, en el centro de El Cairo, cerca de numerosos edificios oficiales.
Decenas de miles de egipcios desacataron el toque de queda y volvieron a pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak pese a las medidas tomadas por el mandatario para calmar las protestas que se iniciaron el martes y que este sábado se cobraron seis nuevas vidas.
Según Crowley, Hosni Mubarak no puede remodelar su gobierno y "permanecer inflexible". "Las promesas de reforma del presidente Mubarak deben estar seguidas de hechos", subrayó.
Mubarak, en el poder desde 1981, parece decidido a aferrarse al poder: la víspera, movilizó al ejército para enfrentar las protestas, que hasta el momento dejaron por lo menos 56 muertos, y anunció poco después reformas políticas y la formación de un nuevo gabinete.
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