(AFP) - Bruselas no da crédito a sus oídos: el musculoso actor Arnold Schwarzenegger podría ambicionar seguir su carrera política como presidente de la UE, ocupando un lugar al lado de Angela Merkel o Nicolas Sarkozy en los formales cónclaves de los 27.
La noticia de que el actor de origen austríaco ha sido aconsejado para que postule a esa presidencia ha arrancado más de una sonrisa en la Unión Europea (UE), pero también cierta exasperación sobre la imagen que Estados Unidos tiene de Bruselas.
La idea “me hizo reír”, confiesa el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, jefe de fila de los liberales en el Parlamento Europeo.
Schwarzenegger, ex “Míster Universo”, amante de los puros y los autos de lujo, contrasta radicalmente con la imagen austera y frágil del actual presidente de la UE, el belga Herman Van Rompuy, apasionado de la poesía japonesa y de los retiros religiosos.
A sus 63 años, el actor, que se interroga sobre su futuro político tras dos mandatos como gobernador de California, es aconsejado por su ex jefe de gabinete Terry Tamminen de lanzarse en una carrera europea.
“En los próximos años, la UE necesitará un presidente de mayor envergadura, capaz de unificar Europa”, dijo Tamminen al semanario estadounidense Newsweek.
“Los franceses no querrán a un alemán y los alemanes no querrán a un italiano. ¿Y por qué no una persona nacida en el continente, que se fue a Norteamérica y volvió para ser el (George) Washington o el (Thomas) Jefferson de una Europa unificada?”, agregó, en referencia a los fundadores de Estados Unidos.
Una visión muy norteamericana que “demuestra un desconocimiento total de Europa”, según Verhofstadt.
“Arnie me cae bien, es un personaje, pero está claro que no ha comprendido que el presidente de la UE no es elegido. Es designado mediante tratativas y regateos entre los jefes de Estado y de gobierno de los 27″, recuerda el británico Nigel Farage, jefe de fila de los euroescépticos en la Eurocámara.
“Schwarzenegger no tendría ninguna posibilidad, puesto que los mandatarios de la UE quieren una figura lo más discreta posible”, subraya por su parte Peter Cleppe, del centro de reflexión Open Europe.
El cargo no requiere ningún carisma, porque el presidente “está al servicio de los dirigentes y no preside nada más que sus reuniones, sin ningún poder de decisión”, agrega Cleppe.
El puesto fue creado a fines de 2009, con un mandato de dos años y medio renovable, para dotar a la UE de un rostro, pero el candidato más firme, el ex primer ministro británico Tony Blair, fue descartado paradójicamente por su peso e influencia y el riesgo de que hiciera sombra a los líderes de la UE.
Para evitar el nombramiento de una personalidad demasiado fuerte, el papel del presidente fue redimensionado, según Cleppe, que subraya el carácter discreto de Van Rompuy.
“El problema es que todavía hay demasiados números de teléfono para contactar con Europa”, lamenta Verhofstadt, en alusión a una frase célebre de Henry Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos, con la que ilustró las numerosas cabezas de la UE.
En Bruselas, circula incluso una broma en ese sentido.
“Cuando desde el extranjero se llama a la UE y no responde, sale un contestador con el siguiente mensaje: para conocer la posición de Europa, marque el 1 para Francia, el 2 para Alemania, el 3 para Gran Bretaña…” y así hasta los 27 países del bloque.
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