A medida quelos rebeldes toman el control de Trípoli, secretos del dictador libio Muamar el Gadafi salen a la luz, entre ellos, que su única hija Aisha vivía en una mansión rodeada de lujos al mismo estilo de Beverly Hills.
Piscina, mármoles, oro, una cocina de lujo y toda clase de comodidades tenía la casa de Aisha, situada en el distrito de Fashloom, al este de Trípoli. Los rebeldes bautizaron la residencia como “el palacio de la prostituta”, según informó The Times.
La casa está decorada con lámparas lujosas y todo el suelo está compuesto de mármol. Debajo de una gran escalera de caracol se encuentra el sofá dorado en forma de sirena con el rostro de Aisha.
El dormitorio principal cuenta con una cama doble, vestidor y dos baños: uno para varones y otro de damas. Las pertenencias de Aisha como sus libros, diarios, DVDs, entre otros han sido examinados por vecinos que ingresaron a la vivienda y pintaron las paredes con lemas como “Libia es libre”, “Esta casa le pertenece al pueblo”.
Antes de las revueltas la única hija de Gadafi no salía de su mansión y no hablaba con los residentes. Su residencia estaba vigilada las 24 horas del día y el dictador libio ordenó a los vecinos cuyas ventanas dan a la residencia que las mantuvieran cerradas permanentemente, si no querían ser encarcelados.
EFE Piscina, mármoles, oro, una cocina de lujo y toda clase de comodidades tenía la casa de Aisha, situada en el distrito de Fashloom, al este de Trípoli. Los rebeldes bautizaron la residencia como “el palacio de la prostituta”, según informó The Times.
La casa está decorada con lámparas lujosas y todo el suelo está compuesto de mármol. Debajo de una gran escalera de caracol se encuentra el sofá dorado en forma de sirena con el rostro de Aisha.
El dormitorio principal cuenta con una cama doble, vestidor y dos baños: uno para varones y otro de damas. Las pertenencias de Aisha como sus libros, diarios, DVDs, entre otros han sido examinados por vecinos que ingresaron a la vivienda y pintaron las paredes con lemas como “Libia es libre”, “Esta casa le pertenece al pueblo”.
Antes de las revueltas la única hija de Gadafi no salía de su mansión y no hablaba con los residentes. Su residencia estaba vigilada las 24 horas del día y el dictador libio ordenó a los vecinos cuyas ventanas dan a la residencia que las mantuvieran cerradas permanentemente, si no querían ser encarcelados.
