Un centenar de ancianos es lo único que quedó de una de las poblaciones más contaminadas de la prefectura de Fukushima, tras el terremoto en Japón, ocurrido el 11 de marzo de 2011.
En promedio, tienen 85 años y han decidido seguir lo que les resta de vida bajo la radiactividad.
A las autoridades de Litate, situada a 40 kilómetros de la devastada central nuclear de Fukushima, les fue imposible cumplir con la evacuación luego que el más anciano de los residentes prefiriera suicidarse antes que abandonar el pueblo donde había vivido sus 102 años.
"Fue imposible convencerles de que se marcharan", asegura el comandante Takahashi, uno de los militares que trabajan en la descontaminación de la zona.
Según publica Elmundo.es, Litate tenía 6.000 habitantes hasta el tsunami, a consecuencia del terremoto de 9 grados que azotó Japón en 2011, y que provocó el accidente nuclear de Fukushima Daiichi.
Los niveles de radiactividad son los más altos que dentro de los 20 kilómetros de la zona de exclusión decretada alrededor de la planta, supuestamente el área de mayor riesgo.
Litate es casi un pueblo desértico salvo el salón de belleza Hanai, que abre ocasionalmente, y cuyo propietario solo viaja allá para atender a sus últimas clientas.
También la residencia para ancianos se mantiene activa gracias a un permiso especial del Gobierno, además de la determinación del hospicio de seguir ocupándose de los últimos residentes de Litate, haciendo un lado su miedo a la radiactividad.
"No podíamos dejarles abandonados. Si ellos se quedan, nosotros también", dijo una enfermera.
PRI