Un universo microbiano en cada vagina
Si hay una infección común en la mujer esa es la vaginosis. La flora vaginal se altera y ciertas bacterias crecen en exceso, lo que provoca molestias (olor, ardor, picor...). En la mayoría de los casos no tiene graves consecuencias, aunque tampoco es banal. Del equilibrio de ese delicado ecosistema de bacterias, hongos y microorganismos que pueblan la vagina depende el bienestar femenino y la aparición de otros problemas de salud. Estos microorganismos protegen el organismo de infecciones. Lo hacen fabricando ácido láctico que crea un entorno hostil para que se instalen virus y bacterias dañinas.
En las mujeres embarazadas una infección de este tipo puede ser la causa de un parto prematuro y elevar el riesgo de contraer una infección de transmisión sexual.
Los ginecólogos tratan estas infecciones con las mismas armas en todas las mujeres, aunque esta forma de tratamiento podría cambiar tras el hallazgo que ocupa la portada de la revista Science Translational Medicine. El nuevo trabajo pone fin a a la creencia asentada de que los microbios son iguales en todas las mujeres. El estudio genético de 32 mujeres (afroamericanas y caucásicas) cambia por completo esa idea. No solo demuestra que ese ecosistema (microbioma) vaginal es igual sino que cambian a lo largo del tiempo en una misma mujer. En algunos casos, los cambios son muy bruscos en periodos muy cortos de tiempo, mientras que en otras mujeres permanecen inalterables o no se producen grandes cambios.
Tratamientos personalizados
Los resultados cuestionan los tratamientos actuales en los que se utilizan antibióticos de amplio espectro para restaurar el equilibrio vaginal, una especie de bomba indiscriminada. Los autores sugieren que es el momento de empezar a diseñar estrategias de tratamiento más personalizadas, dirigidas a la situación de cada mujer.
La mayoría de los tratamientos están pensados en la idea tradicional de que todas las mujeres son iguales y reaccionan de la misma manera a los tratamientos. Esta investigación demuestra que cada mujer tiene su propio estatus de salud.
Pawel Gajer y su equipo, formado por colaboradores de la Unviversidad de Maryland y de Idaho, estudiaron la flora vaginal de estas voluntarias con técnicas genómicas. No solo demostraron lo diferentes que son cada una de ellas. La investigación también demuestra que no basta una simple muestra, como se hace en la visita al ginecólogo, para tener un diagnóstico correcto.
A las mujeres que participaban en la investigación se sometieron a un análisis diario. Algunas daban positivo a la infección, aunque no notaban ninguna molestia.
ABC