Los embajadores de la OTAN se han reunido este martes en sesión extraordinaria, y a petición de Ankara, para tratar del incidente del avión turco derribado el viernes por las defensas antiaéreas sirias, según Turquía cuando sobrevolaba espacio internacional, y, según Damasco cuando se había adentrado en su espacio aéreo. La cita aliada se ha producido en aplicación del artículo 4 del Tratado de Washington, que reclama consultas entre los aliados en caso de que uno de ellos se sienta amenazado. La última vez que el Consejo Atlántico mantuvo una reunión semejante fue en 2003, también a petición de Turquía, en aquella oportunidad con motivo de la guerra de Irak. Los aliados reforzaron entonces al país durante tres meses con aviones y defensa antimisiles. Esta vez, Turquía no ha solicitado intervención de ningún tipo de la OTAN, que instó a Damasco a respetar el derecho internacional tras "condenar en los más duros términos" y calificar de "inaceptable" el derribo del aparato turco. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha asegurado que la acción del Ejército sirio es "una muestra más del desprecio de las autoridades sirias a las normas internacionales, a la paz, la seguridad y la vida humana".
Simultáneamente, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha dirigido a los diputados de su grupo parlamentario en Ankara para mostrar un actitud mucho más beligerante hacia Siria que la adoptada por la alianza atlántica. "Todos deberían saber que la ira de Turquía es fuerte y devastadora", advirtió. Y continuó: "Cualquier elemento militar que se aproxime desde Siria a las fronteras turcas será considerado un riesgo para la seguridad y una amenaza militar, y será tratado como un objetivo militar. Advertimos a Siria de que no cometa ningún error".
Así las cosas, las normas para el combate que seguirá el Ejército turco han cambiado en la zona fronteriza con Turquía, una banda de terreno de casi 1.000 kilómetros. Si los militares turcos consideran objetivo cualquier elemento militar que se acerque a la frontera, los rebeldes podrían contar con alguna zona liberada en los límites entre Turquía y Siria.
Erdogan insistió en que Turquía tiene pruebas de que Siria atacó su avión de "manera hostil" y concluyó: "Con este último incidente se ha visto que el régimen sirio también constituye una amenaza para Turquía. La seguridad de Damasco empieza en Anatolia, y la de Anatolia empieza en Damasco; seguiremos apoyando a nuestros hermanos sirios [los opositores al régimen], cueste lo que cueste". La controversia se agravó porque Ankara sostiene que un avión que acudió al rescate de los pilotos del cazabombardero también fue atacado.
Antes de empezar la reunión de la OTAN, Francia y Reino Unido estaban muy gallitos con respecto al incidente aéreo turco-sirio, en lo que algunos creían oír tambores de guerra, como ya los hicieron sonar en su día París y Londres en Libia. “La intervención militar está fuera de cuestión”, salió al paso el ministro holandés de Exteriores, Uri Rosenthal, quien aseguró que en la reunión que ahora se celebra en la OTAN habría “consultas políticas que tendrán una dimensión política”. Es decir, antes de la reunión no se esperaban decisiones contundentes ni medidas en la práctica sobre el terreno. Tras la reunión se confirmó la ausencia de una respuesta dura.
Turquía había solicitado consultas en aplicación del artículo 4, anunció el lunes la portavoz aliada, Carmen Romero, quien recordó cómo ese artículo establece que “cualquier aliado puede solicitar consultas cuando en opinión de cualquiera de ellos su integridad territorial o política o su independencia o seguridad se vean amenazadas”.
A la reunión han asisitido los 28 embajadores aliados “para mostrar de forma nítida la preocupación de la Alianza por lo ocurrido y expresar su solidaridad a Turquía”, según una fuente diplomática. “Turquía expondrá lo sucedido, los aliados escucharán con atención y luego decidirán sobre las medidas a tomar, que ahora no se pueden predecir”.
La última vez que un aliado aplicó el artículo 4 del tratado fue en 2003 y también fue Ankara la que puso en marcha las consultas con vistas a reclamar asistencia de la OTAN por la escalada de tensión en Irak. “La Alianza adoptó entonces una serie de medidas defensivas de prevención para garantizar la seguridad turca en caso de potencial amenaza a su territorio o población”, recuerda Romero. “La OTAN desplegó aviones y defensas antimisiles de febrero a abril”.
El artículo 4 tiene menos contundencia que el artículo 5 del tratado, piedra angular de la Alianza, tan crítico que solo se ha invocado una vez en las más de seis décadas de historia de la OTAN. Lo fue con motivo de los ataques del 11 de septiembre a Estados Unidos. El artículo 5 establece que un ataque contra cualquier aliado será considerado un ataque contra todos y que cada uno de ellos ayudará al agredido “adoptando individualmente y de acuerdo con las otras partes las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada”.
El 12 de septiembre de 2001, menos de 24 horas después de los ataques en Nueva York, Washington y Pensilvania los aliados apelaron al artículo 5, aunque no fue hasta octubre, tras tener conocimiento oficial de las investigaciones realizadas, cuando consideraron que el 11-S era una acción que debía desencadenar una respuesta aliada: los aliados comenzaron a patrullar los cielos de Estados Unidos y pusieron en marcha la operación de patrulla naval en el Mediterráneo.
“El artículo 4 no lleva automáticamente al artículo 5, como ya se vio en 2003”, ha precisado la portavoz Romero.
Antes de la reunión de la OTAN, se dieron cita en Luxemburgo los ministros de Exteriores de la Unión, con Siria en el orden del día. Los Veintisiete han venido discutiendo mensualmente sobre Siria desde que hace ya más de un año comenzó la crisis, y en el mismo lapso de tiempo han impuesto sanciones de todo tipo sin conseguir encarrillar la situación hacia una salida negociada y la desaparición de escena de Bachar el Asad.
El lunes, los 27 calificaron de "inaceptable" el derribo del cazabombardero turco, al tiempo que el ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague, se ha dicho indignado por el incidente y declarado que apoyará en el Consejo de Seguridad acciones contundentes contra el régimen de El Asad. Hasta ahora, todos los intentos de presionar a Damasco desde el Consejo de Seguridad se han saldado en fracaso ante el veto de Rusia y China.
EL PAIS