Los peces parecen poder adaptarse mejor que lo previsto a los aumentos
de temperatura y acidez de los océanos, consecuencias previstas del
cambio climático, considera un estudio publicado este domingo en la
revista Nature Climate Change.
Los estudios llevados a cabo en Australia con peces payaso muestran que los ejemplares jóvenes resisten mejor a un aumento de la temperatura y de la acidez del agua si sus padres ya tuvieron que enfrentarse a condiciones similares.
Los estudios realizados desde hace varios años muestran las consecuencias negativas del cambio climático sobre organismos marinos, pero en cambio es raro que se investigue la manera en que las especies podrían adaptarse de una generación a otra, señalan los investigadores de la universidad James Cook, en Townsville, Australia.
Para los océanos, que absorben la cuarta parte del CO2 difundido en la atmósfera, nuestras emisiones contaminantes cada vez más importantes tienen dos tipos de impacto: un incremento de la temperatura del agua, ligado al calentamiento global, y una acidificación consecuencia de la mayor concentración de CO2.
En esta experiencia australiana, llevada a cabo en acuario, los investigadores armaron tres grupos de peces payaso adultos que fueron sometidos, para el primer grupo, a la concentración de CO2 actual, y a los otros dos a concentraciones más elevadas. Y los dejaron que se reprodujeran en esas condiciones.
Los jóvenes fueron criados bajo las mismas condiciones de CO2 que sus progenitores, con una excepción: una parte de la cría del primer grupo (con la concentración actual) fue sometida a condiciones de CO2 más importantes.
Ahora bien, las nuevas generaciones criadas bajo condiciones de CO2 diferentes presentaban un tamaño y un peso "sensiblemente inferiores" a los que crecieron en idénticas condiciones que sus padres, constataron los investigadores.
En consecuencia, señala el estudio, "la influencia de los padres podría resultar muy eficaz para atenuar las consecuencias de la acidificación de los océanos".
Los estudios llevados a cabo en Australia con peces payaso muestran que los ejemplares jóvenes resisten mejor a un aumento de la temperatura y de la acidez del agua si sus padres ya tuvieron que enfrentarse a condiciones similares.
Los estudios realizados desde hace varios años muestran las consecuencias negativas del cambio climático sobre organismos marinos, pero en cambio es raro que se investigue la manera en que las especies podrían adaptarse de una generación a otra, señalan los investigadores de la universidad James Cook, en Townsville, Australia.
Para los océanos, que absorben la cuarta parte del CO2 difundido en la atmósfera, nuestras emisiones contaminantes cada vez más importantes tienen dos tipos de impacto: un incremento de la temperatura del agua, ligado al calentamiento global, y una acidificación consecuencia de la mayor concentración de CO2.
En esta experiencia australiana, llevada a cabo en acuario, los investigadores armaron tres grupos de peces payaso adultos que fueron sometidos, para el primer grupo, a la concentración de CO2 actual, y a los otros dos a concentraciones más elevadas. Y los dejaron que se reprodujeran en esas condiciones.
Los jóvenes fueron criados bajo las mismas condiciones de CO2 que sus progenitores, con una excepción: una parte de la cría del primer grupo (con la concentración actual) fue sometida a condiciones de CO2 más importantes.
Ahora bien, las nuevas generaciones criadas bajo condiciones de CO2 diferentes presentaban un tamaño y un peso "sensiblemente inferiores" a los que crecieron en idénticas condiciones que sus padres, constataron los investigadores.
En consecuencia, señala el estudio, "la influencia de los padres podría resultar muy eficaz para atenuar las consecuencias de la acidificación de los océanos".
AFP