La obsolescencia programada es la determinación del fin de la vida útil de un producto o servicio. Ese tiempo fue previamente calculado por el fabricante del servicio durante la fase de diseño, para que este se torne obsoleto e inservible después de un tiempo establecido.
Este proceso beneficia al fabricante ya que en algún momento el producto fallará y obligará al consumidor a adquirir otro que satisfaga, ya sea reemplazando o arreglando el viejo producto por uno más nuevo.
En California, Estados Unidos, se encuentra un bombillo que tiene más de un siglo encendido. Esta bombilla fue fabricada hace 110 años y es una prueba de que existe la tecnología desde hace años para que un producto tenga calidad y funcionabilidad óptima, pero esto no sería conveniente para los fabricantes. La obsolescencia programada en los bombillos le da una durabilidad limitada de máximo 1.000 horas de uso.
Es así como la industria estimula una actividad de consumo que demande la compra de modo artificial y acelerado de nuevos productos, si estos desean seguir utilizándolos. Con el tiempo, la calidad de un producto se ha vuelto subjetiva.
La obsolescencia programada se encuentra en casi todos los aparatos electrónicos del mercado, como celulares, televisores, computadoras, impresoras, bombillos, automóviles, entre otros.
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