Barack Obama anunciará hoy un ambicioso plan de reducción de los arsenales nucleares, incluyendo la eliminación de misiles atómicos desplegados en Europa, en lo que pretende ser una remodelación del concepto de seguridad internacional, que, al mismo tiempo, forme parte de su legado político. La mayoría de las iniciativas previstas exigirán, no obstante, una difícil negociación con Rusia.
Desde la Puerta de Brandenburgo, justo 50 años después del memorable discurso que John Kennedy pronunció ante ese simbólico monumento, Obama quiere dejar también su propio mensaje de paz y de futuro a Europa, a Occidente y al mundo. Berlín y, particularmente la Puerta de Brandenburgo, ha sido tradicionalmente un lugar elegido para los presidentes norteamericanos para transmitir su visión internacional y su compromiso con este continente.
Cuando Kennedy habló aquí, Europa vivía los años más oscuros de una Guerra Fría que la dividía y la convertía en el escenario central de las tensiones entre las dos grandes potencias. Hoy no hay ningún muro que separe Berlín, pero Europa está en el medio de una crisis económica que ha desmoralizado a los ciudadanos y ha creado otras formas de división y odio entre los europeos, con Alemania, como entonces, como principal protagonista.
Obama tratará de llevar a ese público la misma ilusión que en su día produjo el célebre Ich bin ein Berliner de Kennedy. No será fácil. Obama no es Kennedy, y el Obama de 2013 tampoco es el mismo Obama que habló aquí en 2008 como un candidato presidencial que cautivaba al mundo. El mantenimiento de Guantánamo, el uso insistente de los drones y, más recientemente, el conocimiento de los programas deespionaje de su Administración, han minado el crédito de Obama entre muchos europeos y alemanes que antes echaban rosas a sus pies.
Con su proyecto de desnuclearización, Obama pretende, en parte, congraciarse con todo ese público desencantado. El presidente norteamericano ofrecerá la reducción de una tercera parte del arsenal atómico de EE UU, si Rusia está dispuesto a hacer lo mismo. Ese recorte se aplicaría sobre la cifra que resulta del Nuevo START, el acuerdo de eliminación que Obama firmó con Moscú en su primera Administración.
Si eso se consigue, EE UU, que actualmente posee 1.550 armas atómicas, se quedaría con poco más de un millar. Obama invitará a Rusia a incluir en esa reducción parte del armamento nuclear actualmente desplegado en Europa, un escenario en el que Rusia mantiene todavía superioridad sobre EE UU.
Al mismo tiempo, Obama anunciará su participación en la conferencia sobre seguridad nuclear que se celebrará el año próximo en La Haya y convocará una nueva cumbre en 2016 en EE UU para avanzar hacia un mundo sin armas nucleares. Esa conferencia podría ser uno de los últimos logros de su presidencia.
“Estados Unidos mantendrá una fuerza creíble de disuasión, pero está dispuesto a dar los pasos necesarios para reducir el papel de las armas nucleares en nuestra seguridad estratégica, así como su número”, anticipó un alto funcionario norteamericano. EL PAIS