Esta vez es diferente. Otra vez. Por más que las tibias previsiones de los últimos años hayan demostrado ser incluso demasiado optimistas y por más que la realidad se haya empeñado en recordarnos lo larga y difícil que es la salida de la peor crisis financiera de las tres últimas generaciones, el mundo económico parece convencido de que 2014 será el año definitivo, el año de la recuperación, el año en el que por fin llegaremos al final del manoseado túnel y veremos la luz. Pero si uno lee la letra pequeña de los cientos de informes que por estas fechas publican los bancos de inversión y las casas de análisis y hace recuento de la cantidad de riesgos que se acumulan en el horizonte, la película se parece mucho más a la de estos últimos ejercicios. “Pero esta vez tenemos viento de cola y la mejora es real”, argumenta Jan Hatzius, economista jefe global de Goldman Sachs. 2014 será el séptimo año desde el estallido de la crisis financiera global y si el optimismo de esos analistas se materializa, será la primera vez que el crecimiento global se sitúe cerca de su potencial, con un aumento de entre el 3,5% y el 4%, en el mejor de los casos. Es lo que algunos expertos denominan “la gran convergencia a la baja del crecimiento”, una tendencia generalizada entre emergentes y desarrollados.
Con unas economías emergentes en pleno frenazo y una zona euro que ha evitado la catástrofe, pero que no es capaz de dejar atrás la crisis, Estados Unidos emerge como la estrella económica de 2014. “Somos especialmente optimistas en relación con la sostenibilidad del crecimiento en Estados Unidos, donde el impacto total del lastre de la política gubernamental sobre el crecimiento económico probablemente se desvanezca con rapidez a principios de 2014”, subraya James Balfour, analista. La primera economía mundial ha avanzado mucho en el saneamiento de los balances del sector financiero; el sector inmobiliario y los precios de la vivienda experimentan un notable repunte y la subida de las Bolsas ha ayudado a las familias a reducir sus deudas. “Pero el ingrediente que falta es la confianza de los consumidores estadounidenses, un elemento que suelen tener en abundancia”, recuerda Stefan Schneider, de Schroders. Y ese factor es fundamental, ya que el consumo privado representa dos tercios del PIB estadounidense.El crecimiento nominal medio de cinco años del PIB de las economías desarrolladas está en su nivel más bajo desde la década de los años treinta, la de la Gran Depresión, como bien recuerdan los analistas de Deutsche Bank. La recuperación, en ese entorno, se produce casi a cámara lenta y, con ello, la corrección de los desequilibrios, la reducción del desempleo y el ajuste de las deudas. Más aún cuando los precios se encuentran en una espiral bajista generalizada. “Estamos viviendo en un mundo de bajo crecimiento que vuelve a la normalidad con mucha lentitud, en el mejor de los casos”, sostienen los analistas de Blackrock. “A menos que el crecimiento nominal supere los tipos de interés reales, los gobiernos van a tener muy difícil la reducción de los déficits. La buena noticia es que podemos asistir a la primera recuperación sincronizada de las economías desarrolladas desde 2010”, rematan.
En Europa el debate sobre la retirada de estímulos monetarios aún parece lejano. “Europa va con unos 18 meses de retraso en la recuperación respecto a Estados Unidos y, en este momento, parece que la economía se está estancando”, apunta Bob Jolly, jefe de macroeconomía global de Schroders. Una de las causas que justifican ese estancamiento, según Jolly, es la resistencia de los bancos a aumentar el crédito a las empresas. Y con el sector sometido a una nueva, y teóricamente definitiva, prueba de resistencia por parte del Banco Central Europeo (BCE), no parece que esa tendencia vaya a cambiar en 2014.Con todo, el mayor problema es que EE UU se ha embarcado en una operación de la que no existen precedentes —“la relajación cuantitativa infinita”, como la califican los economistas de Schroders— y las incógnitas que se abren al empezar a desmontar toda esa estructura de estímulos son muy numerosas. El fin de las fases anteriores de la relajación cuantitativa provocó la evaporación de los síntomas de recuperación de la economía real y forzó nuevas intervenciones de la Reserva Federal. Esta vez los mercados parecen haber asumido que el cambio de política ha llegado para quedarse pero los tipos de interés del bono a diez años ya ronda el 3% y si la subida coge velocidad puede forzar un cambio de planes en la Reserva Federal. Aquí se abre otra incógnita porque Janet Yellen tomando el relevo de Ben Bernanke al frente de la entidad el 31 de enero y cómo ejercerá el liderazgo en esta etapa está aún por definir.
Quizás la mayor amenaza para la economía europea venga del lado de los precios. Según Jolly, de Schroders, Europa está ahora más cerca que hace un año de un escenario desinflacionista provocado por una auténtica falta de demanda. Es el escenario que ha vivido Japón en los últimos 20 años y del que a duras penas ahora empieza a dejar atrás.Al menos, la política de austeridad imperante en la región se ha suavizado, al prolongar los plazos para el cumplimiento del objetivo de déficit público y gracias al compromiso del BCE de proporcionar liquidez ilimitada a las economías en problemas, y eso ha permitido una cierta recuperación. Según los cálculos de Deutsche Bank, el déficit estructural apenas se reducirá un cuarto de punto en 2014. De hecho, la mayoría de los analistas apuestan por una nueva subasta de liquidez por parte del BCE el próximo año, preferiblemente en el primer trimestre, aunque no esperan alguna otra medida expansiva por parte de la entidad. Con unas políticas fiscal y crediticia restrictivas —y parte del ajuste aún pendiente—, el crecimiento de la economía, en el escenario más optimista, no rondará más allá del 1% y no servirá para reducir la tasa de paro desde el 12% actual. “Los brotes verdes van a necesitar mucho riego antes de aflorar”, sostiene Jean Michael Six, economista jefe para Europa de Standard & Poor’s, en su informe de perspectivas.
Tras un crecimiento del 2% previsto para este ejercicio, los expertos calculan que la economía nipona podrá crecer otro tanto en 2014. La principal amenaza, en este caso, es la anunciada subida del IVA que el gobierno de Shinzo Abe piensa poner en marcha el próximo mes de abril y que algunos analistas temen que pueda frenar la débil recuperación, aunque no descartan nuevas medidas por parte del banco central si esos riesgos se materializan. Pese a todo, Japón es la única economía desarrollada con un crecimiento por encima de su potencial.
Las reformas aprobadas el pasado mes de noviembre tendrán, según Deutsche Bank, un efecto muy positivo para mejorar la eficiencia de la economía y reducir la influencia estatal en el sector financiero. Pero los problemas derivados de la burbuja de crédito en la que está instalada la economía china ya han hecho acto de presencia y ha forzado a las autoridades a endurecer el acceso a la financiación, provocando en los últimos meses episodios de sequía de crédito a corto plazo. Pocos analistas apuestan ahora por un crecimiento chino más allá del 7,5%, con su consiguiente repercusión sobre las grandes economías emergentes.Peores perspectivas tienen, en este momento, las economías emergentes. La retirada de estímulos por parte la Reserva Federal ha hecho mella en aquellos países con elevado déficit por cuenta corriente y mayor dependencia de la financiación extranjera —Brasil, Rusia, India, Indonesia, Turquía y Sudáfrica—. Las monedas de estos países se han depreciado y las Bolsas, tras años de entradas masivas de capitales, ven cómo los inversores extranjeros se desprenden de buena parte de sus activos en aquellos mercados. Pese a todo, el verdadero motor del crecimiento para estos países lo marca China y ahí la situación es ambivalente.
No se puede decir que, con estos mimbres, la recuperación de la economía en 2014 esté garantizada más que por alfileres. Y son muchos los riesgos que se pueden materializar. Como resumen los economistas del IIF, el sol está saliendo... pero por si acaso mantengan los paraguas a mano. Otra vez
EL PAIS.