A nivel internacional se ha hablado mucho del papel de Cuba en la lucha contra la epidemia de ébola que afecta a varios países africanos.
Pero ¿qué piensan del tema los cubanos? ¿Qué dicen en la cola del pan y de la guagua?¿Y en la cola del consultorio?
Regina Coyula y Alejandro Rodríguez, de Voces desde Cuba, nos lo cuentan.
Regina Coyula: alturismo, pero también pragmatismo
Lo que se palpa en la calle es miedo de que el ébola llegue aquí, con escepticismo de que pueda contenerse.
Eso por un lado. Por otro, el disgusto, porque son menos médicos para atender a la población y ya eso viene golpeando con tanto médico en misiones por Venezuela, Brasil y demás, lo mismo en el nivel primario de salud que en los hospitales.
Eso por un lado. Por otro, el disgusto, porque son menos médicos para atender a la población y ya eso viene golpeando con tanto médico en misiones por Venezuela, Brasil y demás, lo mismo en el nivel primario de salud que en los hospitales.
El lunes había comentarios de que el fin de semana se había interrumpido varias veces la programación televisiva–cosa que solo ocurre cuando hay eventos meteorológicos o catástrofes como la del 11/9– para transmitir desde el aeropuerto la llegada de los participantes a la Cumbre del ébola auspiciada por el ALBA.
Pude ver llegar en la madrugada a la representante de la Organización Panamerican de la Salud (OPS); la doctora Clarisse Etienne se veía totalmente descolocada ante una conferencia de prensa que no estaba en su agenda y donde no hubo ninguna pregunta de interés.
Como anécdota, puedo citar el caso de una licenciada en enfermería que vende de contrabando para completar lo que el salario no le brinda, y está desesperada por irse en una misión para donde sea, porque la misión le permitirá terminar su casita (modestísima, en el patio de su mamá).
Ella se lamentaba de que para la brigada del ébola privilegiaron profesionales con misiones anteriores.
Es admirable la labor de los médicos en todas esas misiones de alto riesgo. Médicos sin Fronteras es una de las organizaciones más respetadas que existe por el trabajo que realizan. Si algunas veces el premio Nobel es polémico, el de 1999 no lo discutió nadie.
En el caso de los médicos cubanos, si bien no pongo en duda el altruismo con que asumen su misión, pues sería subjetivo, no es menos cierto que constituye la vía para resolver una serie de problemas materiales que de otra forma les sería imposible.
Alejandro Rodríguez: orgullosos de sus médicos
A los médicos cubanos les asiste una sensibilidad heredada de lo mejor de la tradición popular.
Entre los ciudadanos pueden hallarse criterios diversos sobre las razones que animan al personal sanitario que trabaja contra la epidemia de ébola en África Occidental.
“Hasta yo voy si me pagaran tanto…”, dice un joven convencido de la determinación del incentivo metálico.
Su padre, en cambio, riposta que los integrantes de las brigadas médicas tienen una experiencia (y solvencia económica) acumulada de varias misiones anteriores, y por tanto no necesitan arriesgar sus vidas por dinero.
“Páguenles o no, hay que tener corazón para ir allí, y a los cubanos le sobra; además ningún dinero vale tanto como para pagar el riesgo que corren”, dice.
Las carreras vinculadas a los servicios de salud se encuentran entre las más populares y respetadas de Cuba.
Los ingresos de los médicos y enfermeras en Cuba (entre US$40 y US$80 mensuales, aproximadamente) son muy bajos comparados con los de sus colegas del resto del mundo.
Los ingresos de los médicos y enfermeras en Cuba (entre US$40 y US$80 mensuales, aproximadamente) son muy bajos comparados con los de sus colegas del resto del mundo.
Esto hace que las llamadas Misiones Internacionalistas sean para ellos una vía de obtener gratificaciones económicas, pero no excluye de sus motivaciones la buena voluntad y la disposición para involucrarse en proyectos humanitarios que trasciendan las fronteras nacionales.
A pesar de las insatisfacciones con la calidad de algunos servicios de salud, los cubanos están orgullosos de sus médicos en África.
A la prensa queda entonces informar quiénes son, cómo se llaman y qué rostros tienen: por la magnitud de lo que hacen deberían ser más que un número heroico ante la opinión pública.