Su carisma, discurso y las millas sumadas defendiendo por el mundo el arco de Venezuela allanaron el camino para que Rafael Dudamel se sentara en un banquillo caliente al que todos huían. El exgolero parece tener la fórmula para devolverle a la Vinotinto la ilusión en horas aciagas.
Las puertas de la selección venezolana se le abrieron cuando Noel Sanvicente agachó la cabeza y dijo "no más". Era un "no más" a un equipo que enfrentaba problemas dentro y fuera de la cancha, dividido en su interior y que se vio permeado por la delicada situación que afronta ese país.
Dudamel tomó las riendas de la Vinotinto el pasado abril y se encontró con un plantel sumido en la desesperanza por cinco derrotas en seis fechas camino al Mundial de Rusia-2018.
"Vamos a construir una selección ganadora y nos vamos a entregar plenamente para hacer un gran papel en la Copa América", fue la primera declaración de un Dudamel positivo llamando a la unidad.
Quizá nadie le creyó, por lo que su tarea se convirtió en un desafío monumental para convencer a los jugadores de volver a vestir la camiseta de la selección. Tocó la puerta de los referentes y los trajo de regreso. Ahí comenzó su victoria.
Rodeado con los mejores
Con la Copa América Centenario como primer obstáculo, Dudamel se rodeó con los mejores hombres disponibles para hacerle frente a rivales superiores como México y Uruguay, líderes en sus respectivas clasificatorias al Mundial-2018.
Aparecieron entonces Salomón Rondón (West Bromwich), Josef Martínez (Torino), Alejandro Guerra (Atlético Nacional), Luis Manuel Seijas (Independiente Santa Fe), Tomás Rincón (Génova), Oswaldo Vizcarrondo (Nantes) y José Manuel Velázquez (Málaga), entre otros.
Había equipo y Dudamel lo sabía, por eso desafiante se atrevió a decir que el reto de la Vinotinto era "igualar o superar lo hecho en la Copa América-2011", en Argentina, adonde Venezuela alcanzó las semifinales y terminó en el cuarto lugar.
El técnico puede sentirse tranquilo porque su equipo ya logró igualar la campaña de la Copa América 2007, de la que Venezuela fue anfitrión, alcanzando los cuartos de final. Y, por supuesto, mejoró lo hecho en Chile-2015, donde la Vinotinto se fue en la primera fase teniendo equipo para llegar más lejos.
"Nos tildaron de locos cuando dijimos que la meta era igualar o superar lo Argentina-2011. Ahí vamos", señaló con una felicidad enorme después de vencer 1-0 a Uruguay y avanzar a los cuartos.
"Esto no es casualidad, es causalidad", sostuvo emocionado.AFP