El derbi madrileño ha perdido la espectación del pasado, ha rebajado la tensión en su alrededor, extinguido el cruce de declaraciones. La polémica previa. Pero no ha visto afectada en un ápice su intensidad. Los jugadores de Real Madrid y Atlético dieron un recital. Una exhibición de esfuerzo que engrandece la Copa del Rey.
Llega la hora del partido y el Santiago Bernabéu siempre respira un ambiente especial en este tipo de citas. La gran rivalidad se trasladó al tapete. José Mourinho demostró que va por la competición alineando su equipo titular. Quique Sánchez Flores recuperó la estabilidad táctica gracias al fichaje de Juanfran, al que hizo debutar recién llegado, y el regreso al once de Forlán.
El pitido inicial desataba un partido sin respiro. Al más puro estilo inglés. Propio de una Copa del Rey pero en esta edición con actores principales. Los grandes sí van por el título. El Atlético era consciente de la importancia de marcar en el Bernabéu. Salió con la cabeza arriba. Dispuesto a golpear. Y lo consiguió.
Justo cuando comenzaba a carburar la maquinaria blanca con llegadas de Özil y Cristiano Ronaldo, frenó en seco. La apuesta de Quique fue valiente y tuvo recompensa inicial. Juanfran pegado a la banda derecha, Reyes con libertad, como le gusta, y dos puntas como Aguero y Forlán. Un pase preciso a la espalda de Ramos de Reyes, plantó al "Kun" ante Casillas. Fue derribado en su regate pero el balón cayó en los pies del uruguayo y lo envió a la red.
Se cumplían siete minutos cuando el Atlético de Madrid encontraba el premio que buscaba en 90. Ahora debía gestionarlo. No supo hacerlo. La encolerizada reacción del Real Madrid le atropelló. Se fue asfixiando con el paso de los minutos, encerrándose según desaparecían su centro del campo. Con Assunçao y Raúl García superados. La verticalidad madridista se apoyó en dos figuras claves. La presencia ofensiva de Marcelo. La omnipresencia de Cristiano. Solo una exhibición de De Gea mantuvo en pie a los rojiblancos.
Cristiano Ronaldo deleitaba con gestos técnicos en cualquier rincón del campo, pero retrasaba su habitual cita con el gol. Con todo a favor disparo fuera a los nueve minutos. Uno después avisaba al joven meta rojiblanco de lo que le esperaba. Sacó como pudo uno de sus "misiles". Y a la tercera el Real Madrid empató. Un testarazo de Sergio Ramos en un saque de esquina igualó el duelo.
El Atlético pasó a defender de individualidades. De una acción en solitario de Juanfran (pidió mano de Ramos en un centro a los 17 minutos), una genialidad del "Kun" o un disparo de Forlán. Empequeñecido ante el poderío físico blanco. Cuando el Real Madrid aprieta el acelerador son pocos los que aguantan. "Mou" piensa en el presente. Su equipo puede llegar fundido al final de campaña.
El recital De Gea desvió un balón como si fuese un portero de balonmano, con los pies, a Benzema. Sacó abajo un testarazo de Carvalho, pegado al palo, y otro arriba de Di María. Voló ante un disparo potente y colocado de Cristiano. Y se alió con la fortuna en un rechace a un nuevo chut del "fideo", al que no llegó el francés por milímetros.
Debía reaccionar el Atlético en la reanudación. Demostrar razones para no agrandar una línea negativa en los derbis -18 consecutivos sin vencer-, y demostró que si el Real Madrid bajaba el ritmo sería castigado. Juanfran, motivadísimo en su debut en la que fue su casa, volvió a inventar un pase al desmarque de Agüero que se topó con Casillas en su disparo.
La misma acción se repitió en el minuto 59. El rechace de Iker esta vez cayó en pies de Forlán. De nuevo todo a su favor. Esta vez chutó al palo. Y el Atlético pasó de poder asestar un golpe de efecto a la eliminatoria a sufrir el tanto de la remontada.
Özil es un futbolista superlativo. Posee una visión privilegiada. Lee el fútbol a una rapidez mayor al resto. Enmarcó su partido con una jugada en la que anestesió a sus marcadores para inventar un pase con marchamo de gol, que remachó Cristiano Ronaldo.
El Real Madrid cumplía el objetivo. Firmaba su segunda remontada de la semana en el Bernabéu. Con un nuevo gesto de Mourinho al palco. No quiere a Cristiano de 9, pero menos le gusta Benzema. Le sustituyó por Kaká, aún corto de forma para encuentros de tanta intensidad. Lo acusó su equipo que acabó fundido, pero con el Atlético con poca capacidad de reacción, fue Özil el que no desaprovechó un desgraciado regalo para los intereses rojiblancos.
Cuando la ida de cuartos se despedía, un mal despeje de Luis Filipe hacia el interior del área tropezó en Domínguez y dejó solo a Özil. Con tranquilidad clavó un puñal en la eliminatoria. El Atlético lleva dos años sin caer en una. Su técnico tendrá que inventar algo en una semana o su temporada se quedará sin alicientes. El Real Madrid acaricia la semifinal.
EFE
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