El sacerdote polaco Marek Rybinski, de 34 años, fue encontrado hoy muerto degollado en una escuela religiosa privada de la región de Manuba, cerca de la capital de Túnez, informó el Ministerio tunecino de Interior en un comunicado.
El departamento de Interior atribuyó la muerte a "un grupo de terroristas fascistas" y precisó que el cuerpo del sacerdote "fue encontrado degollado en el garaje de una escuela de monjas en la que se ocupaba de la contabilidad".
El comunicado indicó que el cuerpo del cura presentaba señales de haber sido agredido antes de ser degollado.
"Es un grupo de terroristas fascistas con orientaciones extremistas el que está detrás de este crimen, teniendo en cuenta la manera en el que ha sido asesinado", afirmó Interior sin ofrecer más precisiones sobre las circunstancias del suceso.
La misma fuente indicó que la familia del sacerdote y la Embajada de Polonia en Túnez han sido informadas del crimen.
El Ministerio de Interior afirmó que los autores de esta acción y sus cómplices serán "severamente castigados" y aseguró que pondrá "todos los medios" para garantizar la seguridad de los ciudadanos extranjeros en el país magrebí. EFE
El departamento de Interior atribuyó la muerte a "un grupo de terroristas fascistas" y precisó que el cuerpo del sacerdote "fue encontrado degollado en el garaje de una escuela de monjas en la que se ocupaba de la contabilidad".
El comunicado indicó que el cuerpo del cura presentaba señales de haber sido agredido antes de ser degollado.
"Es un grupo de terroristas fascistas con orientaciones extremistas el que está detrás de este crimen, teniendo en cuenta la manera en el que ha sido asesinado", afirmó Interior sin ofrecer más precisiones sobre las circunstancias del suceso.
La misma fuente indicó que la familia del sacerdote y la Embajada de Polonia en Túnez han sido informadas del crimen.
El Ministerio de Interior afirmó que los autores de esta acción y sus cómplices serán "severamente castigados" y aseguró que pondrá "todos los medios" para garantizar la seguridad de los ciudadanos extranjeros en el país magrebí. EFE
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