La Casa Blanca insiste en que la visita del presidente Barack Obama a Brasil se centrará en lo económico, en aprovechar el impulso de la nación suramericana y la demanda de su creciente clase media para promover exportaciones y crear empleos estadounidenses.
Pero la visita también tendrá aspectos políticos importantes, como el intento de conciliar las agendas diplomáticas con el país más influyente de la región, la séptima economía mundial y un actor cada vez de mayor peso en el resto del mundo.
Esa coordinación se vió afectada en los últimos años de la presidencia de Luiz Inácio 'Lula' da Silva, sobre todo por la aproximación del brasileño al contencioso por el programa nuclear de Irán, que no fue del gusto del Departamento de Estado.
Washington reconoce que la buena sintonía con Brasilia es necesaria para las negociaciones que se realizan en el G20, el grupo de las veinte economías más desarrolladas del mundo, y para lograr avances en la liberalización del comercio que se busca desde hace nueve años en la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio.
Además, en ninguno de los tres países que visitará Obama en la gira latinoamericana que inicia este sábado (Chile y El Salvador serán las próximas escalas) la presencia de China será tan patente, algo que podría servir de llamado de atención a Washington empeñado en recuperar la influencia de otros tiempos.
BBC
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