Una historia que se repite. Al menos 46 personas murieron y otras 400 resultaron heridas durante una manifestación para pedir la salida del presidente Ali Abdalá Saleh en Saná, Yemen.
No obstante, el mandatario en cuestión negó que policías sean responsables de esta matanza y culpó a elementos armados infiltrados de dichos sucesos en la Universidad de Saná. Es más, decretó el estado de emergencia, la creación de una comisión que investigue los sucesos de sangre en el país y solicitó a los instalados en el lugar de la protestas a no interferir con la vida de la ciudad.
Testigos no consiguen aclarar de qué manera se originó la balacera del viernes, pero los medios apostados en el lugar señalaron que los manifestantes quisieron desmantelar una barricada que bloqueaba su paso. Al parecer, la policía disparó al aire para impedirlo. Sin embargo, una lluvia de balas desde los tejados originó la estampida humana, en medio de los gases lacrimógenos y ahora sí disparos de los agentes del orden.
En este caos, los manifestantes buscaron a los francotiradores y según relató un corresponsal AFP, encontraron a uno y lo lanzaron al vacío. El tiroteo duró una hora y media, informó el diario español El País.
"Ya no hay posibilidad de entendimiento con el régimen y Saleh no tiene otra salida más que entregar el poder al pueblo", declaró Yasin Noman, que ejerce de presidente de turno de la coalición partidos de oposición.
Desde el pasado 21 de febrero, centenares de yemeníes se han instalado en la plaza de la Universidad de Saná, imitando la acampada que los egipcios realizaron en la plaza de Tahrir. Ali Abdalá Saleh tiene 32 años en el poder.
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