Unas 10.000 personas, protegidas por miles de policías y guardas fronterizos israelíes, participaron este viernes en el primer maratón internacional de Jerusalén, dos días después de una atentado con bomba que dejó un muerto y unos treinta heridos en la ciudad.
El ganador, el keniano Robert Charriot, seguido por dos de sus compatriotas, recorrió los 42,2 kilómetros de la prueba en 2 horas, 27 minutos y 40 segundos, lo que valió un premio de 5.000 dólares.
En la categoría femenina se impuso la etíope Rigaldi Simone, con un crono de dos horas, 27 minutos y tres segundos.
Además de los 10.000 participantes, entre los que había 1.000 extranjeros, la carrera estuvo marcada por la presencia de 2.000 soldados y centenares de policías israelíes.
En un día frío, miles de aficionados, algunos en grupos representando a empresas, escuelas o asociaciones, se lanzaron a correr por las calles de la ciudad, bajo los aplausos del público que les alentaba con gritos entusiastas.
Algunas personas llevaban banderas israelíes y otras retratos de Gilad Shalit, un soldado israelí secuestrado hace cinco años por grupos armados palestinos y detenido en la franja de Gaza.
"En ningún momento pensé en anular la carrera porque nuestra respuesta al terrorismo es precisamente seguir viviendo normalmente", dijo a los periodistas el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat.
El pasado miércoles un atentado con bomba mató a una turista británica y dejó heridas a unas 30 personas. Se trata del primer ataque terrorista, todavía sin reivindicar, que vive la ciudad desde septiembre de 2004.
El maratón de Jerusalén es el primero de este tipo que se celebra en la ciudad, y que contó además en paralelo con otras pruebas, como el semimaratón o las carreras de 10 y 4,2 kilómetros.
Muchas calles de la ciudad estaban decoradas con los colores azul y blanco de la banderas de Israel y todas las escuelas estaban cerradas mientras otras arterías quedaron cortadas al tráfico.
Varios responsables municipales israelíes de la oposición y los partidarios del boicot cultural y económico del estado de Israel habían pedido a la marca deportiva Adidas que retirara el patrocinio de la prueba.
El recorrido de la carrera pasó sobre todo por la zona oeste pero también por Jerusalén-este.
Israel considera Jerusalén como su capital "eterna e indivisible" mientras que los palestinos quieren hacer de Jerusalén-este la capital de su futuro estado.
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