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martes, 19 de abril de 2011

Las huellas de Buda marcan el camino a los peregrinos en Asia

Las huellas de la planta del pie que, según la tradición, dejó Buda en Tailandia y otros lugares de Asia durante sus periplos son lugar de peregrinación de millones de budistas en busca de amor, salud y buena suerte.

En Tailandia, una enorme marca de esas pisadas se encuentra en la cima del monte Prabad, un remoto pico situado en un frondoso parque natural de la provincia de Chantaburi, a unos 260 kilómetros al sureste de Bangkok.

"Sabemos que se trata de una huella genuina de Buda mediante la meditación, sé que si no eres budista ni practicas meditación es difícil de creer", explica a Efe Manoor, un monje tailandés de unos 50 años.

Todos los años, cerca de un millón de personas peregrina entre enero y abril este lugar para rezar ante la huella, de unos tres metros de largo y uno de ancho.

"Gracias a la meditación, Buda podía cambiar de tamaño, por eso la huella es tan grande", asegura muy serio Manoor, envuelto en su hábito de color azafranado que deja al descubierto algunos de los vistosos tatuajes de símbolos budistas que decorar su cuerpo.

"Un cazador descubrió la huella hace 150 años y, desde entonces, Buda ha concedido muchos favores a miles de personas que vuelven todos los años para dar las gracias", explica el bonzo.

Los peregrinos deben recorrer en todoterreno un serpenteado camino de 16 kilómetros con pronunciadas curvas y caminar durante otros seis kilómetros para alcanzar la cima del Prabad.

"La difícil ascensión emula la subida a los cielos, un camino difícil que al final ofrece una recompensa", dice Manoor.

Sentado en la posición del loto, el monje recita unos mantras en pali al tiempo que esparce agua bendita sobre las testas de dos creyentes, postrados y con las manos unidas en el pecho.

En la ascensión, los peregrinos musitan rezos mientras esparcen flores amarillas y depositan varillas de incienso en diversos altares a lo largo del camino.

Justo antes de coronar la cima, tocan una hilera de campanas de bronce que anuncian su visita al recinto sagrado.

Al igual que en santuarios católicos como el de Lourdes en Francia o Fátima en Portugal, el peregrinaje está jalonado por puestos de venta de amuletos a los que atribuyen supuestas propiedades mágicas y también vendedores de lotería.

Algunas personas mayores y enfermos son transportados sobre palanquines de bambú portados por robustos voluntarios.

La mayor parte de los budistas piden pequeños favores de salud, amor y, sobre todo, fortuna, pero raramente piden un milagro, ya que consideran que sus enfermedades y grandes problemas se deben al karma, es decir, que son consecuencias de sus actos en esta vida o en las pasadas.

"Claro que se trata de una huella verdadera, si no, por qué iba a venir tanta gente todos los años", espeta Sinhoon, un exsoldado de 60 años.

El exmilitar, sentado con un bastón junto a su esposa de 58 años, afirma que ha disfrutado de una "buena vida" y, para dar gracias y conservar su suerte, ha peregrinado dos veces al año a este lugar en los últimos dos lustros.

La pisada de Buda se encuentra bajo una roca con la forma de una torre budista o chedi, que para los lugareños demuestra la espiritualidad sobrenatural del lugar.

El monte Prabad también está poblado de altares animistas dedicados a los espíritus o divinidades hindúes como Brahma, el dios de las cuatro caras, lo que refleja el sincretismo religioso de los tailandeses.

En toda Asia, hay más de 3.000 huellas de Buda, tenidas por genuinas o réplicas por los propios creyentes, principalmente en India, Sri Lanka, China, Tailandia y Birmania (Myanmar).

De acuerdo con la leyenda, la primera pisada de Buda se encuentra en el Pico de Adán, en Sri Lanka, una impronta que los hindúes atribuyen al dios Shiva y los musulmanes y cristianos, a Adán.
-EFE

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