El mundo del boxeo nunca vivió tanto la pasión de un combate que jamás se celebró. Se hicieron apuestas, se imprimieron carteles y los aficionados al boxeo contaban los días para la pelea, pero el presentador jamás llegó a gritar “a mi derecha, Cassius Clay, y a mi izquierda, Teófilo Stevenson.
No sabemos si Clay está al tanto de la noticia, pero el ex boxeador cubano Teófilo Stevenson, tres veces campeón olímpico y mundial de los superpesados, ha fallecido el lunes a causa de una cardiopatía isquémica. Ocurrió en La Habana. Tenía 60 años, diez menos que “el más grande”.
Aquejado de parkinson desde 1984, Clay lucha contra el tiempo y seguramente ha perdido la memoria de Stevenson, el gigantesco boxeador cubano (190 centímetros) que, sin enemigos en el campo aficionado, defraudó a quienes buscaban su salto al profesionalismo.
La idea de un combate entre el mejor pesado profesional y el mejor pesado aficionado rondó hacia 1978 en la mente de más de un promotor, pero Stevenson, aunque fue tentado con ofertas dicen que millonarias, no dio el paso.
Clay tenía entonces 36 años y Stevenson 26.
El propio Stevenson reconoció este proyecto en unas declaraciones al diario oficial cubano “Granma”, publicadas el 19 de febrero de 1989: “Me preparé mucho, con mucho entusiasmo y dedicación para enfrentarme a Clay, a quien consideraban un buen rival para mí, y con el cual incluso había opiniones divididas sobre el posible vencedor”.
Es fácil imaginarse el cartel de la velada del combate estelar Clay-Stevenson, que obviamente se hubiera denominado, otro más, como “la pelea del siglo” “o de los siglos”, pasados y venideros.
El boxeador cubano, que conquistó su primer oro olímpico a los 20 años de edad en los Juegos de Múnich, tenía una derecha demoledora que soltaba a sus rivales como una coz de caballo después de tantearles un rato con la zurda.
“Nunca había visto golpear tan fuerte en mis 212 combates”, dijo el alemán Peter Hussing, eliminado por Stevenson en semifinales de Múnich’72.
Clay, que ganó el oro olímpico con 18 años en los Juegos de Roma’60, tenía un técnica insuperable. Su juego de piernas volvía loco a sus rivales, a los que luego tumbaba con vertiginosos golpes.
Ambos púgiles sólo llegaron a intercambiar algunas fintas en una tarima de La Habana en 1998 cuando Ali visitó Cuba para donar medicinas. Luego, los dos se abrazaron y quedó plasmado un sentimiento de admiración mutua y amistad.
Stevenson, que se retiró en 1986 después de ganar 272 de los 278 combates que disputó, siguió haciendo conjeturas sobre la hipotética pelea. En febrero de 1991, dijo en Caracas que “hubiera ganado seguro” a Ali, que dejó el pugilismo en 1978 después de labrar un palmarés único en el que destaca la conquista del título mundial en tres ocasiones.
Más de un médico ha declarado que los últimos y durísimos combates de Alí fueron la consecuencia del parkinson que luego se le diagnosticó.
En marzo de 2002, Stevenson, cuya negativa a pasarse al profesionalismo suscitó una portada de la revista Sports Illustrated titulada “Rojo antes que rico”, recuperó en diciembre de 2003 el viejo tema, aunque ya con una opinión más comedida al apostar por un empate en una entrevista con el periódico danés “Jyllands Posten”.
“Alí ha dicho varias veces que habría sido un empate y yo también lo creo. Me hubiera gustado pelear contra él, porque era un boxeador muy técnico, como mis rivales favoritos. En 1978, estuvimos cerca de organizar una pelea, pero no se llegó a un acuerdo sobre el número de asaltos”, señaló.
En el cierre de una pelea imaginaria, el mexicano José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, afirmo hoy que Alí hubiera ganado “porque tenía mucha experiencia” en el boxeo profesional, ventaja que le faltaba a Stevenson. (EFE)