Solo ha pasado una semana desde que Mariano Rajoy vendió como un gran éxito el rescate bancario y aseguró que esa “línea de crédito” era una victoria para el euro y despejaba todas las dudas. Pero desde entonces, los mercados no han parado de castigar a la deuda españolaentre otras cosas porque ese rescate de hasta 100.000 millones, al no implicar una ayuda directa a los bancos, sino al ser concedida a través del FROB, puede aumentar la deuda española hasta el 90% del PIB. Aunque Rajoy lo negó la semana pasada, España siempre quiso lograr la ayuda directa del fondo de rescate a los bancos, pero Alemania y otros países no lo aceptaron y forzaron el rescate a través del fondo estatal. Sin embargo, el presidente español ha dado ahora un giro completo, en sintonía con lo que ya reconoce buena parte de los países del G-20. En su discurso dentro del plenario, según fuentes del Gobierno, Rajoy planteó la necesidad de “romper el vínculo entre el riesgo bancario y riesgo soberano, que ha resultado ser tremendamente dañino”.
Esas palabras textuales son una enmienda clarísima al rescate bancario de España, y un regreso evidente a la posición en la que estaba antes el Gobierno de Rajoy, esto es la necesidad de la inyección directa a los bancos para evitar que sufra la deuda. El G-20, en el que la posición de Merkel es minoritaria, asume esa posición, y en el borrador de su texto final también señala esa necesidad de “romper el vínculo entre riesgo bancario y riesgo soberano”.
Parece claro que tanto Rajoy como la propia Comisión Europea, según ha avanzado en Los Cabos José Manuel Durao Barroso, trabajan para intentar cambiar la fórmula del rescate a los bancos españoles. De hecho, aún no están formalizados los detalles, y este giro parece indicar que los españoles tienen intención de forzar un cambio radical. Sin embargo, las líneas maestras de ese rescate, y sobre todo la idea principal de que España, con su deuda soberana, debe respaldar ese préstamo a los bancos, se pactó en el Eurogrupo de la pasada semana con claridad. Varios países nórdicos y en especial Alemania, que está en el G-20, no parecen tener ninguna intención de aceptar esa inyección directa de dinero en los bancos desde el fondo de rescate, con lo que la negociación se antoja muy complicada. Más aun porque implicarían cambios en la normativa del fondo de rescate. En cualquier caso, Rajoy, fiel a su estilo, no se animó dentro de la cumbre a plantear abiertamente una modificación de las condiciones del rescate bancario español. Lo dijo indirectamente, con esta petición de separar riesgo bancario y riesgo soberano. El presidente también defendió el euro como un buen proyecto para los europeos y para el resto del mundo y defendió la reforma de la UE para avanzar en la unión fiscal y bancaria, siempre según las fuentes gubernamentales, ya que las intervenciones de los líderes en el plenario son cerradas a la prensa.
Rajoy está especialmente interesado en lograr que España no se convierta en la protagonista negativa del G-20, y en esa línea las fuentes gubernamentales explicaron que ningún presidente se refirió específicamente a los problemas de España y se habló en general de la crisis de la zona euro, aunque es evidente que España, después de las elecciones griegas, se ha quedado sin excusas y se ha convertido en el principal campo de batalla de la desconfianza de los mercados. A pesar de que España sigue presionando en privado para que intervenga el BCE y Rajoy envió una carta a Bruselas en la que lo reclamaba expresamente, el presidente no lo planteó en la cumbre del G-20, la primera en la que participa.
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