Más de dos centenares de personas han muerto en un incendio que arrasó anoche una fábrica de material textil en la ciudad de Karachi, en el sur de Pakistán, en uno de los peores siniestros de la historia del país surasiático.
El desastre se declaró anoche en la sede de Ali Enterprise, un inmueble de cuatro pisos en el modesto barrio de Baldia Town, y hoy cerca del mediodía (hora local) el fuego no había podido ser extinguido del todo y los equipos de rescate continuaban extrayendo cadáveres.
La cadena privada Geo Tv, que cita fuentes oficiales, situó en 212 el número de fallecidos a primera hora de la tarde paquistaní, y el canal Express elevó la cifra a 224, aunque no precisó sus fuentes.
Un responsable de Bomberos de Karachi, Zakir Husain, había dicho previamente a Efe que se habían contado "al menos 166 muertos", pero añadió que en las siguientes horas podía aumentar esa cantidad.
El número de fallecidos empezó a crecer rápidamente desde que se recuperaron los primeros cuerpos y a media mañana varias fuentes citadas por medios locales situaban las cifras ya por encima del centenar en un recuento que crecía casi minuto a minuto.
Un responsable de los equipos de rescate declaró a Geo que el siniestro ocurrió por un cortocircuito en un gran generador eléctrico ubicado cerca del acceso principal del edificio, que se convirtió en una trampa mortal para los trabajadores.
La mayoría de los cadáveres fueron rescatados del sótano y del cuarto piso de la fabrica.
Las ínfimas condiciones laborales y de seguridad en las que operan los miles de fábricas textiles del país sirvieron para convertir el incendio en una catástrofe.
Según diversos medios, en el inmueble, de unos 2.000 metros cuadrados de superficie, trabajaban hacinadas entre 1.500 y 2.000 personas, entre ellas varios menores, y no había prácticamente ninguna medida básica contra incendios.
Conforme al relato de los bomberos, el generador cortocircuitado sirvió de tapón para la salida de los trabajadores, muchos de los cuales estaban en un sótano al cual sólo se podía acceder por una pequeña puerta que quedó enseguida bloqueada.
EFE