Los esfuerzos por evitar el inminente "abismo fiscal" se descarrilaron el viernes, cuando los legisladores abandonaron Washington por las fiestas de Navidad, pese a que se acerca el plazo límite de fin de año para tomar acciones que eviten alzas tributarias y recortes automáticos de gastos gubernamentales.
No se programaron nuevas negociaciones entre los republicanos, los demócratas del Congreso y la Casa Blanca para alcanzar un acuerdo que impida un descalabro fiscal en 10 días.
"Cómo logremos eso, sólo Dios lo sabe", dijo el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, el principal republicano en el Congreso, al ser consultado sobre una posible solución integral al "abismo fiscal".
El propio "Plan B" de Boehner colapsó el jueves por la noche cuando no logró conseguir el apoyo de sus correligionarios republicanos en la Cámara de Representantes.
Si no hay acuerdo, subirán los impuestos para todos los contribuyentes y comenzarán a aplicarse cientos de miles de millones de dólares en recortes de gastos gubernamentales en forma automática el próximo mes, lo que podría sumir a la economía estadounidense en una recesión.
En el ojo de la tormenta estaba Boehner, quien accedió en forma renuente a una exigencia del presidente Barack Obama de subir los impuestos a los estadounidenses más ricos, sólo para descubrir que no podía contar con el apoyo de los conservadores que se oponen a los impuestos dentro de su propio partido.
Luego de prolongadas negociaciones, Boehner había conseguido un compromiso de Obama de elevar los impuestos sobre los estadounidenses que ganaran más de 400.000 dólares al año en vez de sobre aquellos que obtuvieran más de 250.000 millones de dólares anuales, como quería el presidente.
Pero como se estancaron las negociaciones sobre el nivel de recortes de gastos que sería aceptado por Obama, Boehner trató de defender un plan secundario para elevar los impuestos sólo a aquellos que ganaran más de un millón de dólares al año, que conforman sólo un 0,18 por ciento de los estadounidenses.
Ese plan falló porque los republicanos conservadores de la Cámara de Representantes se negaron a respaldar aumentos de impuestos para nadie. Ahora, el liderazgo de Boehner está en cuestionamiento y ambos partidos se han culpado uno a otro antes de salir de Washington con motivo de las fiestas navideñas.
Obama y los demócratas en el Congreso insisten en que los estadounidenses más ricos paguen más impuestos para ayudar a reducir el alto déficit presupuestario federal y para evitar profundos recortes de gastos. Los republicanos controlan la Cámara de Representantes y los demócratas controlan el Senado.
JUEGO DE CULPAS
Tras el estancamiento en las negociaciones, no estaba claro si Obama seguiría adelante con sus planes para pasar la Navidad en Hawái con su familia o si permanecerá en Washington para tratar de reactivar las negociaciones.
Las acciones cayeron con fuerza por los temores a que Estados Unidos vuelva a caer en recesión.
"Creo que si llegamos a mitad de enero y (la negociación) sigue así, vamos a preocuparnos, pero no creo que lleguemos a eso", comentó Mark Lehmann, presidente de JMP Securities en San Francisco.
En una conferencia de prensa en el Capitolio, Boehner dijo que la culpa última es de Obama porque no quiere acceder a más reducciones de gastos para disminuirían el déficit anual de Estados Unidos, de un billón de dólares, y la creciente deuda del país, de 16 billones.
"Lo que el presidente ha propuesto hasta ahora simplemente no hará nada por resolver nuestro problema de gastos. El quiere más gastos y más alzas de impuestos que dañarán a nuestra economía", afirmó Boehner.
Los demócratas respondieron con incredulidad.
Los miembros republicanos de la Cámara de Representantes, que volvieron a sus estados para las fiestas de fin de año, recibieron instrucciones de estar disponibles dentro de 48 horas en caso de que sea necesario.
"Fueron del Plan B al plan nos vemos más tarde", comentó el asesor de Obama, David Axelrod, en la cadena de televisión MSNBC el viernes por la mañana.
Los demócratas ahora están aumentando los esfuerzos por reunir algunos votos republicanos en favor de un proyecto de ley demócrata aprobado por el Senado hace meses y que extendería las reducciones impositivas que están a punto de expirar a todos, excepto a los estadounidenses más ricos.
El líder republicano en el Senado, Mitch McConnell -que tiene experiencia en ayudar a forjar acuerdos cuando los republicanos de la Cámara de Representantes están en desacuerdo- probablemente juegue un rol mayor ahora en el intento por rescatar la situación junto con otros senadores republicanos que han estado más proclives al compromiso.
El analista Sean West de Eurasia Group dijo a Reuters: "Boehner no tenía muchas buenas movidas y ahora tiene aún menos".