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lunes, 24 de febrero de 2014

La fe de Parejo tiene premio

Le pinchas y muerde el Valencia, que tiene alma desde el aterrizaje de Juan Antonio Pizzi en el banquillo. Sobre todo Parejo, en plenitud para echarse el equipo a la mochila cuando más lo necesita. Tenaz para enhebrar el juego hasta el último suspiro, arrollado por la precipitación de Pereira, una falta lateral de la que nació el gol de la victoria de Vezo, el joven central portugués que debutaba como titular en Mestalla. Vezo remató casi con la rodilla tras la prolongación involuntaria de Pereira de cabeza. Otro jovenzuelo, Paco Alcácer, ya había igualado el partido —a un toque y al primer palo— tras haberse puesto por delante el Granada, una equipo cuajado por la sobriedad de Lucas Alcaraz y el temple de Piti para desequilibrar. Un hueso que se marchó de Mestalla con el regusto amargo de haber merecido como mínimo el empate, víctima del acierto de Pizzi en los cambios para remontar. Y del coraje de sus chicos para insistir hasta el final, renqueantes Javi Fuego y Feghouli puesto que ya se habían hecho los tres cambios.
La imaginación de unos pocos elegidos se atrevió a desafiar las leyes de un envite muy táctico. Piti, en el Granada. Parejo, en el Valencia. El mediapunta catalán descerrajó la zaga local primero en un pase interior desbaratado por Barragán cuando se disponía a marcar Recio; después en un par regates que dejaron sentados a Vezo y Barragán. El madrileño se atrevió esta vez con el uno contra uno. A la media hora levantó la grada de Mestalla con un caño seguido de un autopase a sendos perseguidores. Parejo se ve sobrado, aunque el Valencia se notó incómodo en este primer tiempo. Pizzi mandó abrir el campo y entrar por las alas, profusos los centros de Barragán y Bernat. Pero se olvidó de quién debía rematarlos. No lo hizo Vargas, mucho más peligroso cuando llega desde atrás para sorprender, como segunda punta y no como ayer, de nueve de referencia, relegando Pizzi al banquillo a Alcácer y a Vinícus, sus dos delanteros puros.
El técnico argentino había blindado la medular con Keita y Javi Fuego, adelantado Parejo en una línea paralela a los extremos, Feghouli y Fede Cartabia. A ese dibujo le faltó profundidad y contundencia en ataque. Sin espacios Feghouli y sin claridad Cartabia, eligiendo casi siempre mal.
Piti confirmó la presencia granadina en el área local con un derechazo picado a bote pronto tras una inesperada dejada con el pecho de Javi Fuego, que pretendía cedérsela a Mathieu. Un fallo impensable en alguien tan curtido como él. Pizzi reaccionó retirando a Keita por Alcácer, cuya ausencia resultó tan clamorosa en la primera parte. La siguiente bala fue Jonas por un desaparecido Vargas. Ya había dos rematadores en el área. Y el más experimentado pese a sus 20 años, Alcácer, solo necesitó 10 minutos para afilar su especialidad, el desmarque al primer palo y el toque sutil por encima del portero tras el centro desde la derecha de Feghouli. Eso sí, el delantero estaba ligeramente en fuera de juego. El Valencia aceleró en la última media hora, impuso un ritmo trepidante, y el Granada trató de mantener el balón y la calma, pero lo condenó un doble error de Pereira y la tozuda lucidez de Parejo.
Con Pizzi en el banquillo en Liga, el Valencia ha sumado cuatro victorias, tres empates y una derrota (en Balaídos ante el Celta). En la secuencia de los últimos ocho encuentros con Djukic, el saldo es el opuesto: cinco derrotas, un empate y dos victorias. Primero llegaron las sensaciones positivas del técnico argentino; ahora comparecen los resultados.
EL PAIS