(La Habana/Miami, 21 de diciembre. EFE) – El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EE UU y Cuba ha suscitado reacciones de esperanza en la isla, castigada por un embargo de más de 50 años, y una fuerte división de opiniones en el exilio de Miami, donde las nuevas generaciones saludan con optimismo el giro de Barack Obama.
En Cuba, la nueva etapa se ha acogido con tranquilidad y alegría, pero sobre todo con la esperanza de que sea un primer paso para el levantamiento del embargo sobre la isla.
En la calle, los cubanos tienen la expectativa de que queden atrás problemas cotidianos como la escasez de productos básicos, la comunicación telefónica o la conexión a internet, además de facilitar la reunificación de familias separadas por el exilio.
“El fin del bloqueo será una noticia muy buena, ante todo para el pueblo cubano, que es el que realmente ha sufrido y sigue sufriéndolo” dijo a Efe el cubano Yosbany Barrio.
Su compatriota Ariel Rodríguez consideró que el histórico acuerdo entre los dos países abre la posibilidad para el fin del embargo y que acaben “todas esas carencias sufridas durante tanto tiempo y que no son un secreto para nadie”.
Según varios expertos, este giro diplomático que cogió al mundo por sorpresa presenta para Cuba posibilidades económicas infinitas, ya que puede acelerar las reformas para “actualizar” el modelo socialista de la isla y dar un impulso al incipiente sector privado.
“Creo que el cambio va a ser mucho más rápido de lo que pensamos, porque las posibilidades son ilimitadas, porque se va a desbloquear uno de los principales problemas de Cuba, que es la entrada de divisas”, dijo a Efe el economista Omar Everleny, del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC).
En la isla, los trabajadores por cuenta propia también confían en las posibilidades que se abren para sus negocios, especialmente en lo que se refiere al suministro de productos en un país que, aunque cada vez menos, sufre problemas de desabastecimiento.
Adrián Pérez, dueño de una pequeña tienda de telefonía móvil y accesorios tecnológicos, se queja de las dificultades para acceder a software y aplicaciones que en el resto del mundo son gratuitas, ya que la mayoría pertenecen a compañías estadounidenses, como Apple o Microsoft, que no operan en Cuba.
La disidencia interna ha reaccionado con disparidad, entre el optimismo y la decepción, aunque coinciden en la desconfianza de que haya voluntad en el régimen cubano para aprovechar esta nueva etapa y mejorar la situación de los derechos humanos y libertades.
El opositor José Daniel Ferrer valoró como “muy positivo” todo acuerdo que “genere y facilite los necesarios cambios políticos y sociales que urgen en la isla”.
Guillermo Fariñas fue más rotundo al considerar “un error” del Gobierno de EE UU “plantear el cambio de esta manera” porque “le está dando oxígeno a la dictadura cubana que está tratando de establecer una supuesta transición a la democracia para que continúe en el poder la familia Castro”.
También en Miami el anuncio de Obama ha provocado división de opiniones, aunque la parte más ruidosa y activa del exilio ya dejó ver el sábado su indignación en una protesta celebrada en el parque José Martí, que contó con el significativo apoyo de la líder de Damas de Blanco, Berta Soler.
“Sentimos mucho dolor. El presidente Obama piensa que con sus medidas va a ayudar al pueblo de Cuba y no es así. Esto ayuda al Gobierno de Cuba a fortalecer y equipar su maquinaria represiva para reprimir al pueblo cubano y la sociedad civil”, dijo a Efe Soler, que por primera vez participaba en una manifestación del exilio.
Pero las encuestas evidencian que los cubanos en Estados Unidos están divididos, casi en empate técnico. El primer sondeo realizado tras el anuncio de Obama, publicado el sábado por The Miami Herald y Tampa Bay Times, refleja que el 48 % de los cubanos en Estados Unidos rechaza establecer relaciones diplomáticas con Cuba, frente al 44 % que apoya la iniciativa.
Para el experto Fernand Amandi, encargado del estudio, la encuesta pone de manifiesto la existencia de dos tipos de exiliado cubano, uno con marcado acento político, que emigró antes del éxodo del puerto de Mariel, en 1980, y otro más joven, calificado como inmigrante económico.
En las calles de Miami los cubanos viven con una sensación agridulce el giro diplomático. El Café Versailles, en el corazón de la Calle Ocho de la Pequeña Habana, aglutinó esta semana tertulias y conversaciones más subidas de tono de lo habitual, pero con una concurrencia por debajo de lo que se podía presumir.
Santiago Portal, un cubano de 71 años que lleva 50 en Miami, asegura que la decisión del Ejecutivo estadounidense es algo “fantástico” porque “por primera vez en 55 años” un presidente estadounidense “abre relaciones con Cuba para que allí haya comida y libertad”.
Por el contrario, Efraín Rivas asegura que la liberación de los tres espías cubanos y el restablecimiento de relaciones con la isla es “una traición”.
Los expertos y analistas son algo más escépticos. El Director del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami, Jaime Suchliki, aventuró que el número de cubanos que viajarán a la isla se incrementará y habrá más remesas, pero no cree que en Cuba haya cambios significativos, sino todo lo contrario.
Los líderes del exilio no estarán solos. Los legisladores republicanos de Florida como Marco Rubio -con aspiraciones a la Casa Blanca- avanzan ya que harán todo lo posible para bloquear las medidas de Obama en el Congreso a partir de enero, cuando las Cámaras legislativas tengan ya mayoría republicana.