El castigo físico o verbal a los hijos afecta su salud mental y genera conductas agresivas que el niño puede imitar y asociar como un hábito de respuesta ante situaciones de conflicto, advirtió la médico psiquiatra July Caballero.
Entre los problemas de salud mental que puede ocasionar están la baja autoestima, el bloqueo de la creatividad, inconvenientes en el aprendizaje y en el desarrollo de la inteligencia, sentimientos de soledad, tristeza y abandono. Asimismo, dañar los vínculos emocionales con los padres y presentar dificultades para integrarse socialmente.
La especialista del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi explicó quelos padres o tutores, ante una situación difícil, primero deben controlarse, con lo cual también enseñan a sus hijos a hacer lo mismo.
Manifestó que los gritos o golpes de los padres generan ansiedad en los niños, quienes la próxima vez evitarán realizar el mismo acto, pero no porque entendieron sino por el miedo que les generó.
Explicó que la aplicación del castigo físico no tiene el mismo efecto (en el aprendizaje) que imponer límites a los niños, lo que sí muestra mejores resultados. Por ello, refirió, las normas y reglas deben ser aprendidas para que regulen la conducta y comportamiento durante la infancia, facilitando así el proceso hacia la adultez.
"Antes de aplicar un castigo a su hijo hay que escucharlo e intentar ser justo con él, quien además debe estar advertido y avisado de forma clara y firme. Una buena alternativa al castigo es usar la técnica de privarlo de lo que más le gusta", refirió.
Caballero mencionó que el castigo es frecuente en nuestra sociedad y que un estudio epidemiológico de salud mental de niños y adolescentes de Lima Metropolitana y Callao del 2007 encontró que el 27.4% de los padres tiene un pensamiento punitivo y/o inhibitorio.
ANDINA