Patria literaria del adulterio, Francia digiere hoy las provocativas campañas del popular portal de encuentros extraconyugales Gleeden, ajeno a los embates legales de varios colectivos católicos y alimentado por una clientela más que fiel.
Hace apenas unas semanas, el parisiense "Salon du Mariage", una feria dedicada al sector nupcial, descubría al público un puesto anónimo que, presidido por una manzana mordida, permitía leer el mismo eslogan que apadrinó el nacimiento de Gleeden en 2009: "Ser fiel a dos hombres es ser dos veces fiel".
Con un público objetivo entre los 35 y los 50 años y "concebida por y para mujeres", la página web francesa argumentó entonces su éxito con datos propios: mientras que el 50 % de las parejas acababa separándose, la otra mitad se las ingeniaba penosamente para prolongar la primera euforia sexual.
La fórmula, engañar a un marido con otro marido, que habría fascinado a Madame Bovary, pronto convirtió a Gleeden en el seísmo social de un país donde, según un sondeo reciente, más del 40 % de los matrimonios es infiel y que, junto a Italia, lidera con holgura la liga europea del adulterio.
Pero ahora, tras barruntar una respuesta durante años y ante el asombro del portal galo, el movimiento de Asociaciones Familiares Católicas (AFC) se ha decidido a perseguir la supuesta "ilegalidad" del fenómeno, que sólo en Francia reúne a un millón de internautas.
"Hace un mes los franceses se echaban a la calle por la libertad de expresión, y ahora nos censuran", explica a Efe la portavoz de Gleeden, Solène Paillet, quien recuerda la validez legal del portal y se pregunta, "sorprendida", por la tardanza de una protesta que llega seis años después de que la idea tomase forma.
"Buscamos revertir ese mito masculino del adulterio, dar el protagonismo a las mujeres",agrega.
En el departamento de Yvelines, al oeste de París, municipios como el de Versalles ya han retirado la publicidad de la página de contactos de sus marquesinas -una mujer que muerde una manzana en una relectura sexy del mito de Eva- ante las quejas de algunos vecinos.
Resta por saber si en esta encendida reacción influye el romance que la villa de Luis XIV mantiene con el adulterio. En manos de la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), Versalles es, según revela Gleeden con ironía, el actual quinto municipio más adúltero de Francia.
Lejos de banalizar la cuestión, el abogado de los colectivos denunciantes, Henri de Beauregard, asegura que el conflicto no atañe al orden moral, sino al jurídico, y atenta contra el código civil al rebasar "el caricaturesco debate entre beatos y progres".
"No existe el derecho a ofrecer un contrato cuyo objeto es ilícito", relata a Efe este letrado, convencido de lo "esquizofrénico" que resulta "combatir el individualismo y, al tiempo, incitar a la gente a romper familias".
Gleeden, fundada al calor de una legislación que suprimió el delito de adulterio en 1975, ve en la polémica una maniobra política tras la cual, a juicio de Paillet, se intuye la alargada sombra de la "Manif pour tous", el movimiento de reacción conservadora que despertó la aprobación del matrimonio homosexual.
Ajena al bullicio, la autodenominada industria del libertinaje aprovecha el auge del portal para impulsar otras webs que seleccionan hoteles disponibles en el perímetro de la pareja,o que suministran falsas pruebas -de congresos imaginarios a viajes inexistentes- para excusarse ante un cónyuge curioso.
Por el momento, la polémica sólo ha empujado la popularidad de Gleeden en el paisaje sentimental de una Francia donde la infidelidad, dijo una vez el dramaturgo Sacha Guitry, apenas es un vínculo más entre los dos cónyuges.
Hace apenas unas semanas, el parisiense "Salon du Mariage", una feria dedicada al sector nupcial, descubría al público un puesto anónimo que, presidido por una manzana mordida, permitía leer el mismo eslogan que apadrinó el nacimiento de Gleeden en 2009: "Ser fiel a dos hombres es ser dos veces fiel".
Con un público objetivo entre los 35 y los 50 años y "concebida por y para mujeres", la página web francesa argumentó entonces su éxito con datos propios: mientras que el 50 % de las parejas acababa separándose, la otra mitad se las ingeniaba penosamente para prolongar la primera euforia sexual.
La fórmula, engañar a un marido con otro marido, que habría fascinado a Madame Bovary, pronto convirtió a Gleeden en el seísmo social de un país donde, según un sondeo reciente, más del 40 % de los matrimonios es infiel y que, junto a Italia, lidera con holgura la liga europea del adulterio.
Pero ahora, tras barruntar una respuesta durante años y ante el asombro del portal galo, el movimiento de Asociaciones Familiares Católicas (AFC) se ha decidido a perseguir la supuesta "ilegalidad" del fenómeno, que sólo en Francia reúne a un millón de internautas.
"Hace un mes los franceses se echaban a la calle por la libertad de expresión, y ahora nos censuran", explica a Efe la portavoz de Gleeden, Solène Paillet, quien recuerda la validez legal del portal y se pregunta, "sorprendida", por la tardanza de una protesta que llega seis años después de que la idea tomase forma.
"Buscamos revertir ese mito masculino del adulterio, dar el protagonismo a las mujeres",agrega.
En el departamento de Yvelines, al oeste de París, municipios como el de Versalles ya han retirado la publicidad de la página de contactos de sus marquesinas -una mujer que muerde una manzana en una relectura sexy del mito de Eva- ante las quejas de algunos vecinos.
Resta por saber si en esta encendida reacción influye el romance que la villa de Luis XIV mantiene con el adulterio. En manos de la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), Versalles es, según revela Gleeden con ironía, el actual quinto municipio más adúltero de Francia.
Lejos de banalizar la cuestión, el abogado de los colectivos denunciantes, Henri de Beauregard, asegura que el conflicto no atañe al orden moral, sino al jurídico, y atenta contra el código civil al rebasar "el caricaturesco debate entre beatos y progres".
"No existe el derecho a ofrecer un contrato cuyo objeto es ilícito", relata a Efe este letrado, convencido de lo "esquizofrénico" que resulta "combatir el individualismo y, al tiempo, incitar a la gente a romper familias".
Gleeden, fundada al calor de una legislación que suprimió el delito de adulterio en 1975, ve en la polémica una maniobra política tras la cual, a juicio de Paillet, se intuye la alargada sombra de la "Manif pour tous", el movimiento de reacción conservadora que despertó la aprobación del matrimonio homosexual.
Ajena al bullicio, la autodenominada industria del libertinaje aprovecha el auge del portal para impulsar otras webs que seleccionan hoteles disponibles en el perímetro de la pareja,o que suministran falsas pruebas -de congresos imaginarios a viajes inexistentes- para excusarse ante un cónyuge curioso.
Por el momento, la polémica sólo ha empujado la popularidad de Gleeden en el paisaje sentimental de una Francia donde la infidelidad, dijo una vez el dramaturgo Sacha Guitry, apenas es un vínculo más entre los dos cónyuges.
EFE