(Caracas, 18 de febrero. Noticias24) – Del Viernes Negro se habla aún con pánico pese a que, desde entonces, las devaluaciones han sido parte incómoda de la vida cotidiana en Venezuela.
El 18 de febrero de 1983, las medidas económicas de Luis Herrera Campins –control de cambio y restricción a la salida de divisas– tuvieron su resultado: el bolívar se devaluó abruptamente frente al dólar estadounidense.
Antes de aquella fecha, Luis Herrera y su ministro de Hacienda, Arturo Sosa, aplicaron una política basada en un tres tipos de cambio: uno a Bs. 4,30 por dólar para las importaciones esenciales, otro a 6,99 por dólar para las menos importantes y un mercado paralelo con intervenciones diarias.
Aquella idea tuvo la inmediata confrontación del Presidente del Banco Central de Venezuela,Leopoldo Díaz Bruzual, apodado “el Búfalo”, quien sostenía que era necesario fijar una tasa única.
La voz de Díaz Bruzual fue soslayada y la economía venezolana se desplomó. Hasta aquel 18 de febrero, el bolívar mantuvo su estabilidad y era visto como una moneda fuerte a nivel internacional. La cotización libre de la moneda venezolana frente al dólar se había mantenido en Bs. 4,30, pero a partir de esa fecha, la devaluación comenzó a ser permanente.
Aquel control basado en tres tipos de cambio fue bautizado como el Régimen de Cambio Diferencial (Recadi), y fue para los gobierno ulteriores uno de los grandes generadores de corrupción entre 1983 y 1989.
En todo caso, el Viernes Negro tuvo otros antecedentes. El más notorio fue la caída de los precios de petróleo, que hizo que las ganancias por concepto de renta petrolera cayeran de 19.300 millones de dólares en 1981 a 13.500 millones en 1983.
Otro ingrediente del Viernes Negro fue la crisis de la llamada “Década perdida de América Latina“, provocada porque las deudas externas de los países de la región superaron su poder adquisitivo. Todo esto produjo una fuga de capitales por casi 8.000 millones de dólares, lo cual hizo inminente la devaluación.