El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) calcula que unas 166.000 personas, incluyendo 82.000 niños, se han visto afectadas por el ciclón Pam.
Poco más de una semana después de que el ciclón arrasara el archipiélago con vientos de hasta 270 kilómetros por hora, el acceso a alimento y agua sigue siendo problemático. Los tanques que recogían agua de lluvia quedaron destruidos y las fuentes de agua de la tierra están contaminadas con agua salada y barro.
No hay electricidad, las letrinas han dejado de funcionar. En estas condiciones, UNICEF alerta sobre el riesgo de propagación de enfermedades infecciosas debido a las inundaciones y los limitados servicios médicos.
El gobierno ha declarado el Estado de Emergencia en varias provincias, algunas de las cuales no tienen ni refugios. Muchas escuelas están siendo utilizadas como albergues. El gobierno ha cancelado las clases hasta el 30 de marzo en todo el país, aunque no hay garantía de que para entonces las escuelas estén en condiciones de reabrirse.
La logística de estas operaciones de asistencia es muy compleja. Por ejemplo, Vanuatu está formada por 83 islas y se puede tardar hasta 6 días en alcanzar algunas de ellas. Muchas de las islas aún no tienen ni siquiera una forma de comunicarse con el resto del mundo.