Cerca de 200.000 mujeres surcoreanas se vieron obligadas a trabajar en burdeles militares japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, pero Kim Bok-dong no espera que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, pida disculpas por ello.
Kim, de 90 años, es una de las 47 “mujeres de confort” surcoreanas supervivientes de las 238 que dieron un paso al frente y compartieron sus historias de abusos.
Muchas de ellas rechazan el término “prostitución”, que definen como inadecuado, porque aseguran que les mintieron y las obligaron a abandonar sus hogares para convertirse en esclavas sexuales bajo condiciones horribles.
Los investigadores siguen estudiando la cifra concreta de mujeres que fueron explotadas, pero los activistas sostienen que el número rondaría los 200.000, pocas de las cuales se atrevieron a alzar la voz.
En China las estimaciones están incompletas, pero también oscilan en torno a las 200.000, aunque los historiadores han identificado a unas 200.
Mientras sus vecinos asiáticos esperan una disculpa, el tiempo se agota para las mujeres: en Corea del Sur han muerto ocho este año, cinco desde junio, y la presidenta del país, Park Geun-hye, aseguró la semana pasada que el aniversario del 15 de agosto es la última oportunidad del líder japonés para resolver esta cuestión.
“Nunca pensé que llevaría tanto tiempo… si lo hubiera sabido, jamás habría dado un paso adelante”, dijo Kim a Reuters.
Corea del Sur sostiene que Japón todavía no se ha redimido con propiedad por su pasado.
“Hasta que esto se resuelva, no estaremos realmente liberadas”, añadió.
Muchos esperaban que en el 70.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial Abe pronunciara algún tipo de disculpa, sin embargo el viernes expresó su “profundo dolor”, pero aseguró que las futuras generaciones de japoneses no deberían tener que disculparse por los errores del pasado.
“Es muy pequeña”
Kim tenía 14 años cuando un agente de la policía japonés y un soldado llegaron a su vivienda rural, donde le pidieron que les acompañara para trabajar en una fábrica textil.
“Mi madre protestaba: ‘Es muy pequeña, ¿qué puede hacer?’. Pero le dijeron que podía aprender, así que todo iría bien, por lo que acabé yendo, creyendo que sería sólo para unos días”.
En vez de unos días, Kim estuvo fuera siete años, retenida en burdeles militares en el sur de China, en Indonesia y en Singapur.
Los conservadores japoneses, entre los que se incluye Abe, sostienen que no hay pruebas de que el Ejército o el Gobierno estuvieran directamente implicados en el secuestro de las pequeñas.
Abe asegura que respalda la disculpa que en 1993 pronunció el entonces secretario del gabinete, Yohei Kono, que reconoció el papel de las autoridades niponas en la coerción de las mujeres. En 1995, Japón estableció un fondo que ofrecía cartas de disculpas firmadas por los primeros ministros y ayuda para las mujeres.
En China, Ren Lane, que vive en la provincia norteña de Shanxi, mantuvo en secreto la mayor parte de su vida el hecho de que había sido secuestrada de un pueblo cuando era una niña de 15 años y que fue violada en repetidas ocasiones por soldados japoneses durante la guerra.
Una disculpa por parte de Japón podría ser un pequeño consuelo, aunque no espera vivir para verla. Su hijo, Liu Wanchang, aseguró que el Gobierno nunca se había interesado, a pesar de la reciente atención de los medios de comunicación.
Varios miembros de su familia aseguran que las autoridades ignoraron los apuros de Ren y de muchas otras cuando China quiso normalizar las relaciones con Japón en la década de los ochenta.
Documentos detallados
China ha publicado con cierta periodicidad documentos en los que se detallan los actos de japoneses contra las “mujeres de confort” y asegura que publicará más confesiones de “criminales de guerra” japoneses sobre las mujeres que fueron obligadas a trabajar en los burdeles militares de cara al aniversario del fin de su guerra con Japón, que se desarrollará el 3 de septiembre en Pekín.
El martes, un responsable de registros de la provincia de Heilongjiang, en el norte del gigante asiático, publicó siete documentos que apoyaban las acusaciones contra el uso de “esclavas sexuales” por parte de Japón durante la guerra, según informó la agencia Xinhua.
Sacada de su casa en Pyongyang a los 13 años, Gil Won-ok estuvo cinco años en burdeles militares japoneses en China. No quiso volver a relatar los acontecimientos de ese día.
“Poder recibir una disculpa nos permitirá cerrar los ojos”, dijo, desde la vivienda que comparte con Kim en Seúl, la capital surcoreana. “Pero dudo que esto ocurra con facilidad”.
Fuente: EFE