Si ella misma tiene sentimientos de rechazo a su embarazo, si lo desea abortar y, más aún si lo ha intentado y no lo ha conseguido, tendremos como consecuencia un incremento del estrés relacional que va marcando una característica de esa interacción entre la mamá y su bebé, alteran tanto el desarrollo del bebé como la naturaleza futura del apego.
“El bebé puede nacer más sensible a los estímulos, más asustadizo, más irritable y, por tanto, requerir una mayor contención por parte de la madre, que, si no está suficientemente calmada, es más, si reacciona con poca tolerancia o irritabilidad, derivarán en el desarrollo de lo que se llama un apego inseguro”, señaló el psicoterapeuta Pedro Morales.
Es frecuente que en madres adolescentes, en hogares disfuncionales o en parejas con poco control de impulsos, como en el caso de consumidores de drogas, se produzcan expresiones de violencia física y mental respecto a la embarazada.
“Esto constituye un factor de alto riesgo para el futuro desarrollo de un apego seguro entre la madre y el infante y, en consecuencia, un pronóstico gris para el desarrollo de las capacidades mentales del bebé”, finalizó Morales.