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domingo, 22 de noviembre de 2015

Votación de balotaje presidencial argentino cerró sus mesas, la población espera resultados oficiales

(. AP) – El candidato presidencial opositor Mauricio Macri fue el más votado en la segunda vuelta electoral del domingo en Argentina, según encuestas de boca de urna divulgadas por los principales canales de televisión locales.
La ley electoral argentina prohíbe difundir porcentajes de boca de urna hasta las 21.00 (2400 GMT), tres horas después de finalizados los comicios.
Unos 32 millones de argentinos estaban habilitados para elegir al sucesor de la presidenta Cristina Fernández, una controvertida líder que dominó la política nacional en la última década.
En la primera vuelta del 25 de octubre Daniel Scioli, del oficialista Frente para la Victoria, había obtenido 35,85% de los votos seguido de Macri, del frente opositor Cambiemos, con 33,02%. Ninguno de los dos obtuvo los votos suficientes para resultar ganador en primera vuelta y ambos debieron competir en un balotaje.
Se espera que la Cámara Nacional Electoral divulgue los primeros resultados oficiales parciales a las 19:30 (2230 GMT).
Estamos muy, pero muy felices con lo que ha pasado hoy en la Argentina“, dijo Marcos Peña, jefe de campaña de Macri, a los seguidores de Cambiemos en el comando de campaña del frente opositor.
Peña aclaró que “la elección no terminó, termina cuando las actas están cerradas y llegan al correo (pero) estamos muy pero muy contentos con este resultado”.
El senador Ernesto Sanz, de la Unión Cívica Radical (UCR), una de las fuerzas que integran la coalición, afirmó que “Argentina ya no será igual a partir de esta noche. La democracia argentina recuperó equilibrio”.
De confirmarse el triunfo que vaticinan las bocas de urna, Macri pondrá fin a 12 años ininterrumpidos de kirchnerismo, el movimiento de centroizquierda que crearon Fernández y su antecesor y fallecido marido Néstor Kirchner (2003-2007) dentro del peronismo.
Los gobiernos de ambos estuvieron caracterizados por una fuerte intervención estatal en la economía, programas de asistencia a los necesitados y un estilo personalista de ejercer el poder que provocó confrontaciones con rivales políticos y una grieta en el seno de la sociedad.
Macri, de 56 años, propone atajar la inflación que economistas privados estiman en al menos 27% anual, levantar rápidamente las impopulares restricciones para la compra de dólares, corregir el tipo de cambio y acotar las regulaciones que, a su entender, mantienen estancada la economía desde hace cuatro años.
El también alcalde de Buenos Aires asegura que no suprimirá los programas sociales ni la nacionalización de empresas emblemáticas como la petrolera YPF llevadas a cabo durante los dos mandatos de Fernández (2007-2015).
El opositor, el directivo más exitoso de la historia del club de fútbol Boca Juniors, espera romper el maleficio de presidentes no peronistas que no pudieron terminar su mandato en los últimos 60 años.
Scioli, de 58 años, ha intentado en el último tramo de la campaña diferenciarse de Fernández, aunque no lo suficiente como para captar el voto mayoritario de los seguidores de otras fuerzas políticas opuestas al kirchnerismo.
Además de corregir los desequilibrios económicos sin alterar el bienestar de los beneficiados por los programas asistenciales, Macri deberá dar una respuesta a la inseguridad y el avance del narcotráfico.
Argentina se encuentra estable en comparación con el colapso financiero de 2001, cuando entró en cese de pagos de su deuda por más de 100.000 millones de dólares y de la noche a la mañana millones de personas de clase media se empobrecieron.
Sin embargo, los planes de ayuda social que se multiplicaron en la década no bastaron para conformar a los argentinos, que se quejan de deficientes servicios sanitarios y obsoletos medios de transporte, así como de la falta de viviendas, seguridad y de empleos y educación de calidad.
Otro nubarrón que acecha es la disputa en los tribunales de Estados Unidos con un grupo de bonistas que exigen a Argentina el pago de una deuda millonaria, la cual ha ahuyentado a los inversionistas y mantenido al país excluido de los mercados crediticios internacionales.