La Cámara de Diputados de Brasil inició este domingo la sesión en la que sus 513 miembros decidirán si el proceso que puede llevar a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff avanza al Senado o termina en los archivos del Parlamento.
El presidente de la Cámara baja, Eduardo Cunha, declaró la sesión abierta "sobre la protección de Dios y en nombre del pueblo brasileño", en medio de gritos de "Fuera Dilma", coreados por los promotores del proceso, y del "no habrá golpe" del oficialismo.
Hasta el momento la opción "Sí" al juicio contra la dignataria va ganado con 200 votos de los diputados, mientras que el "No" ha sumado sólo 51 voto, y se han abstenido 3 parlamentarios.
Durante la votación los diputados en contra del Gobierno de Rousseff, han ratificado que "no es una batalla de ricos contra pobres, ni la derecha contra la izquierda, es la de una nación contra la corrupción".
Mientras que los parlamentarios que defienden la política de la mandataria brasileña, manifestaron su "asco" y "horror" por el "golpismo" que adelanta la derecha en la nación.
"Ella fue elegida por el pueblo, no son ustedes los que deben decidir hasta cuándo debe gobernar", expresó el diputado Bohn Gass.
La votación se está haciendo en forma nominal y cada uno de los 513 diputados será llamado a manifestarse frente a un micrófono, según un orden geográfico determinado por los 27 estados del país.
Las previsiones de la Cámara baja dicen que cada diputado no se tomará más que 30 segundos para votar, por lo que el trámite debería durar al menos unas cuatro horas y media.
Esta sesión fue precedida por debates que comenzaron la mañana del viernes, se prolongaron en forma ininterrumpida durante casi 43 horas, en las que intervinieron 389 diputados.
El jurista Miguel Reale Júnior sostuvo que esas maniobras contables llevaron a Brasil a la "quiebra" y "destruyeron la economía del país".
El abogado del Estado reiteró el argumento de que no existe "mala fe" en esas maniobras, que según el Gobierno estaban amparadas por la legislación vigente, y alegó que el proceso está "viciado", por lo que su aprobación supondría una "innegable ruptura institucional".
El líder del oficialismo en la Cámara baja, José Guimarães, afirmó estar "seguro" de la victoria de Rousseff en la votación del domingo y negó que la oposición tenga votos suficientes para llevar el proceso al Senado, para lo que necesitan dos tercios del arco parlamentario, que suponen 342 de los 513 diputados.
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