Milagros quiere saber si como mecanógrafa le permiten usar computadora o sólo su vieja máquina de escribir, y Lázaro si viola la ley pregonando la oferta de velas y collares en su tienda de santería: los cubanos debutan como pequeños empresarios, arrastrando décadas de prohibiciones.
Múltiples y variadas son las dudas o consultas en oficinas de licencia para abrir negocios “por cuenta propia”, autorizados por Raúl Castro en la reforma económica que refrendará en abril el VI Congreso del Partido Comunista (PCC), primero en 14 años.
“Hay desconcierto, mucha gente con deseo de hacer y mucho desconocimiento de las nuevas leyes, porque antes había grandes restricciones: yo trabajaba solo pues no podía tener ayudantes”, dice entre yerbas, pilones y calderos, Lázaro Méndez, un zootécnico que ha dedicado 26 de sus 45 años a vender artículos de santería.
Bajo la puerta de su local, estratégicamente ubicado en el popular barrio “Cuatro Caminos”, uno de sus diez empleados ofrece con megáfono: “Velas a 3,50, collares a 10. ¡Compare precios pa’que vea!”.
Al lado, en un puesto cinco veces más chico, Miriam Velásquez, de 40 años, se queja: “Yo no entiendo esto, él puede usar altoparlante, pero a a mí el jefe de sector (policía) no me permite poner música religiosa para ambientar mi negocio, me retiran la licencia que acabo de sacar para buscarme la vida”.
¿Qué está permitido o qué no?. La confusión es tal que Radio Rebelde abrió el micrófono al público durante varios días, con expertos del Ministerio de Trabajo en la cabina. AFp
Múltiples y variadas son las dudas o consultas en oficinas de licencia para abrir negocios “por cuenta propia”, autorizados por Raúl Castro en la reforma económica que refrendará en abril el VI Congreso del Partido Comunista (PCC), primero en 14 años.
“Hay desconcierto, mucha gente con deseo de hacer y mucho desconocimiento de las nuevas leyes, porque antes había grandes restricciones: yo trabajaba solo pues no podía tener ayudantes”, dice entre yerbas, pilones y calderos, Lázaro Méndez, un zootécnico que ha dedicado 26 de sus 45 años a vender artículos de santería.
Bajo la puerta de su local, estratégicamente ubicado en el popular barrio “Cuatro Caminos”, uno de sus diez empleados ofrece con megáfono: “Velas a 3,50, collares a 10. ¡Compare precios pa’que vea!”.
Al lado, en un puesto cinco veces más chico, Miriam Velásquez, de 40 años, se queja: “Yo no entiendo esto, él puede usar altoparlante, pero a a mí el jefe de sector (policía) no me permite poner música religiosa para ambientar mi negocio, me retiran la licencia que acabo de sacar para buscarme la vida”.
¿Qué está permitido o qué no?. La confusión es tal que Radio Rebelde abrió el micrófono al público durante varios días, con expertos del Ministerio de Trabajo en la cabina. AFp
No hay comentarios:
Publicar un comentario