El viento azota con fuerza y un sol inclemente golpea las estructuras metálicas que se alzan en medio del desierto de Atacama, pero cuando la noche cae y la luna emerge en el horizonte, sus ojos se abren al cielo, ávidos de escrutar el universo.
Son las pupilas de Paranal, un complejo científico que cuenta con una decena de telescopios y un ejército de astrónomos dispuestos a rastrear el cosmos para dar respuesta a las preguntas que a todos inquietan.
Hasta allí llegarán este jueves los Príncipes de Asturias, en la última jornada de su visita oficial de tres días a Chile, en la que también han inaugurado un foro empresarial y se han entrevistado con el presidente, Sebastián Piñera.
Este es uno de los tres centros que el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) posee en el norte de Chile, una de las zonas con los cielos más límpidos del planeta.
En Paranal se han revelado importantes misterios para la humanidad, aunque todavía son muchas las incógnitas que los astrónomos del ESO, integrado por catorce países europeos y Brasil, anhelan despejar.
"Los dos descubrimientos más importantes son la medida de la masa del agujero negro que hay en el centro de nuestra galaxia y la primera imagen de un exoplaneta, un planeta que orbita alrededor de una estrella distinta al Sol", detalla el astrónomo Christophe Dumas.
Según este científico francés, ahora los principales retos son descubrir a qué velocidad se expande el Universo, observar la primera galaxia para comprender mejor cómo se formó el cosmos y buscar otros exoplanetas similares a la Tierra que puedan contener algún tipo de vida.
Telescopios de Paranal
Paranal toma el nombre del cerro homónimo, de 2.635 metros de altitud, enclavado a unos 1.200 kilómetros al norte de Santiago, y en cuya cima se alzan varios de los potentes instrumentos que permiten escrutar el universo.
Entre ellos se encuentra el Very Large Telescope (VLT, telescopio muy grande), el instrumento óptico más avanzado del mundo, que cuenta con cuatro telescopios fijos de 8,2 metros de diámetro y otros cuatro auxiliares móviles de 1,8 metros.
"El propósito de la interferometría es ver detalles en un objeto. Por ejemplo, estudiamos estrellas muy jóvenes, que tienen mucho polvo a su alrededor, y pensamos que los planetas se forman en este tipo de configuración", explicó a Efe el científico Antoine Merand.
Paranal cuenta también con dos telescopios de rastreo, el VISTA y el VST, que permiten captar imágenes amplias del Universo, el primero en longitudes de onda infrarroja y el segundo, en luz visible.
Con ellas, los astrónomos pueden servirse del VLT para hacer zoom en un punto exacto del cosmos.
El VISTA (Visible and Infrared Survey Telescope for Astronomy) es el telescopio de rastreo más grande del mundo dedicado a captar longitudes de onda infrarroja, lo que permite revelar objetos que permanecen ocultos a los telescopios de luz visible.
El VST, sigla en inglés del VLT Survey Telescope, es el telescopio más grande del mundo diseñado exclusivamente para rastrear el cielo en luz visible y fotografiar amplias áreas del universo con rapidez y profundidad.
Todos estos instrumentos son manejados en una sala de control desde la cual los astrónomos pueden viajar a millones de años luz de distancia.
"Con Paranal podemos ver la primera concentración de luz en el Universo que formó las primeras galaxias", señala Christophe Dumas.
"Podemos ver objetos que están muy cerca del Bing Bang, a unos 12.000 millones de años, lo que supone un 80 % de la edad del Universo", al que los astrónomos atribuyen una edad de 13.800 millones de años, añade.
Esa sala de control también asumirá los mandos del Telescopio Europeo Extremadamente Grande, E-ELT, otro emblemático proyecto de la ESO que requerirá una inversión de unos mil millones de euros.
El E-ELT se instalará a unos veinte kilómetros de allí, en el cerro Armazones, elegido por la ESO en abril de 2010 como el escenario idóneo para instalar este colosal telescopio, a cuyo emplazamiento también aspiraban las Islas Canarias (España).
Cuando entre en funcionamiento, a comienzos de la próxima década, el E-ELT se convertirá, con su espejo primario de 39,3 metros, en el mayor ojo que desde la Tierra rastreará el Universo en busca de vida en otros mundos.
EFE