Semana decisiva para España. El nerviosismo en los mercados, la tensión sobre la banca, la huelga, la presentación de los Presupuestos y el examen a las cuentas públicas en la reunión de ministros de Economía de la eurozona en Copenhague, el viernes, ponen a España en la diana. Y en particular al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tras el semifallido desafío lanzado a la Comisión Europea sobre la cifra del déficit y el castigo posterior en el Eurogrupo se enfrenta al examen de Bruselas en una semana difícil por los resultados de las elecciones en Andalucía y Asturias. La mayoría absoluta para Rajoy en las últimas elecciones se interpretó en Europa como un mandato claro para que España acelerara en reformas como la laboral. Pero el desgaste de la crisis empieza a pasar factura. La huelga general viene a examinar todavía un poco más los apoyos de Rajoy para aplicar las políticas que vienen de Bruselas: reformas y recortes, que ya han pasado factura en las urnas regionales y ahora miden la tolerancia de los españoles a la austeridad necesaria para embridar las cuentas públicas.
Bruselas proclama su apoyo a Rajoy en las declaraciones públicas, pero mira con lupa el devenir de los acontecimientos, desde los resultados electorales al seguimiento de la huelga, para medir el grado de apoyo a las medidas del Gobierno. El presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, se apresuró este miércoles a expresar una defensa cerrada de las políticas que está desarrollando el Ejecutivo: "Comprobamos con cierta satisfacción que en España y otros países del hemisferio sur de la UE se están llevando a cabo reformas estructurales con cierto coraje". También el titular de Finanzas del Ejecutivo alemán, Wolfgang Schäuble, acaba de asegurar que España ha dado “pasos importantes” para contribuir a solucionar la crisis del euro. La postura de Schäuble será clave el viernes, cuando el Eurogrupo estudie los Presupuestos españoles en la reunión de Copenhague: el ministro alemán lideró en la última reunión a los ministros de la eurozona, que exigieron a España una senda de recorte del déficit más ambiciosa que la que proponía el ministro español, Luis De Guindos.
Los socios europeos han sido duros con España: el último Eurogrupotumbó las aspiraciones de dejar el objetivo del déficit en el 5,8%, y lo fijó en el 5,3%. La Comisión escenificó entonces un pulso con el Gobierno de Rajoy reclamando información sobre el déficit del año pasado (que se desvió notablemente del objetivo fijado, hasta el 8,5%), de los próximos presupuestos y del calendario de reformas.
Desde entonces, al menos en público, Bruselas ha dado varias muestras de apoyo a España, pese a que ha empezado a someter al Gobierno a una estricta vigilancia con el envío de misiones de expertos y la demanda de información a tiempo real sobre los planes del Ejecutivo para las próximas cuentas públicas. Y pese a que ha emergido también un debate sobre si España va a tener que acudir al fondo de rescate para recapitalizar los bancos si el pinchazo inmobiliario acaba provocando una caída de precios rápida y profunda, tras cuatro años de caídas sostenidas que la banca ha aguantado gracias a las provisiones y a los avales y ayudas relacionados con la reforma financiera.
El seguimiento de la huelga permitirá ver la contestación de los españoles a esas reformas, especialmente la laboral. Bruselas ha dado a entender que también la reforma financiera tiene que acelerarse. El viernes, los ministros de Finanzas del euro debatirán también sobre los Presupuestos y los recortes incluidos para reducir el déficit. Un examen tras otro.
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