Es una pequeña enciclopedia del amor", definió Pamuk el proyecto - tanto la novela como el museo - en un encuentro con la prensa celebrado tras una visita al edificio, que abrirá sus puertas al público mañana, sábado.
El museo, que se sitúa en una callejuela del barrio del céntrico barrio de Cihangir en Estambul, alberga una colección de objetos y utensilios cotidianos de la segunda mitad del siglo XX, repartidos en 83 vitrinas que corresponden a los 83 capítulos de la novela "El museo de la inocencia", publicada en 2008.
Cepillos, relojes, saleros, llaves, cucharillas, frascos de colonia, entradas de cine y miles de otros objetos trazan un panorama del entorno de una familia de clase media baja de esta ciudad en los años sesenta y setenta del siglo XX, tal y como la describe la novela.
Pero, también, se añaden mapas de Estambul que señalan ciertos puntos por donde pasa la protagonista, la dependienta Füsun, fotografías en blanco y negro, fragmentos de películas turcas, platos de comida, vasos de té y numerosas copas de raki (anís) a medio beber, la bebida nacional turca.
En la entrada, una pared exhibe miles de colillas de cigarro, supuestamente aquellos que se fue fumando Füsun a lo largo de los ocho años que duraba su relación platónica con su admirador, Kemal, que la visitaba a diario para llevarse a escondidas objetos de la casa que habían estado en contacto con su amada.
"No hace falta haber leído el libro para disfrutar del museo", sostiene Pamuk, aunque añade que concibió ambos proyectos a la vez y, de hecho, fue escribiendo la novela mientras iba coleccionando las piezas que exhibiría un día en las vitrinas de la casa que compró a finales de 1998, diez años antes de publicar el libro.
"Trata del amor, pero no del amor como algo dulce, sino de la actitud que adopta la gente frente al amor: los celos, la rabia, la espera... en una cultura en la que no es fácil tener sexo sin estar casados, en una sociedad en la que la mayor parte de los matrimonios son de conveniencia", describe el autor la esencia de la novela que se refleja en el museo.
Pamuk relató que la mayor parte de los objetos expuestos proceden de viejas tiendas del barrio, aunque la zona "ahora se ha "gentrificado" y ya no es pobre como cuando adquirí esta casa", aclara. Pero también contó con la ayuda de familiares y amigos e incluso desconocidos que le cedieron colecciones de utensilios cotidianos de la época.
Otras piezas, finalmente, fueron fabricados expresamente para el museo para componer referencias a la trama, confiesa el autor, en un juego de "trampantojos" en el que ya no es fácil distinguir si un recorte de periódico antiguo inspiró una escena del libro o ha sido recreado para dar mayor veracidad al conjunto.
"No nos fumamos los miles de cigarrillos de la primera vitrina: los vaciamos, los rellenamos con una mezcla de papel que no se estropea y utilizamos una aspiradora para que se las "fumara": fuimos respetuosos con la ley antitabaco", matizó Pamuk con un guiño al hábito poco saludable de su protagonista.
La financiación del proyecto salió "en un 95%" del bolsillo del propio autor, aunque asegura que no la puede cuantificar.
"Probablemente más que el montante del premio Nobel", aventura, "aunque lo que más me pesaba era el tiempo que empleé: equivaldría a media novela".
La entrada cuesta 25 liras (unos 10 euros) y dentro de pocas semanas se lanzará, además, un catálogo de los objetos expuestos, disponible en varios idiomas.
El museo, que se sitúa en una callejuela del barrio del céntrico barrio de Cihangir en Estambul, alberga una colección de objetos y utensilios cotidianos de la segunda mitad del siglo XX, repartidos en 83 vitrinas que corresponden a los 83 capítulos de la novela "El museo de la inocencia", publicada en 2008.
Cepillos, relojes, saleros, llaves, cucharillas, frascos de colonia, entradas de cine y miles de otros objetos trazan un panorama del entorno de una familia de clase media baja de esta ciudad en los años sesenta y setenta del siglo XX, tal y como la describe la novela.
Pero, también, se añaden mapas de Estambul que señalan ciertos puntos por donde pasa la protagonista, la dependienta Füsun, fotografías en blanco y negro, fragmentos de películas turcas, platos de comida, vasos de té y numerosas copas de raki (anís) a medio beber, la bebida nacional turca.
En la entrada, una pared exhibe miles de colillas de cigarro, supuestamente aquellos que se fue fumando Füsun a lo largo de los ocho años que duraba su relación platónica con su admirador, Kemal, que la visitaba a diario para llevarse a escondidas objetos de la casa que habían estado en contacto con su amada.
"No hace falta haber leído el libro para disfrutar del museo", sostiene Pamuk, aunque añade que concibió ambos proyectos a la vez y, de hecho, fue escribiendo la novela mientras iba coleccionando las piezas que exhibiría un día en las vitrinas de la casa que compró a finales de 1998, diez años antes de publicar el libro.
"Trata del amor, pero no del amor como algo dulce, sino de la actitud que adopta la gente frente al amor: los celos, la rabia, la espera... en una cultura en la que no es fácil tener sexo sin estar casados, en una sociedad en la que la mayor parte de los matrimonios son de conveniencia", describe el autor la esencia de la novela que se refleja en el museo.
Pamuk relató que la mayor parte de los objetos expuestos proceden de viejas tiendas del barrio, aunque la zona "ahora se ha "gentrificado" y ya no es pobre como cuando adquirí esta casa", aclara. Pero también contó con la ayuda de familiares y amigos e incluso desconocidos que le cedieron colecciones de utensilios cotidianos de la época.
Otras piezas, finalmente, fueron fabricados expresamente para el museo para componer referencias a la trama, confiesa el autor, en un juego de "trampantojos" en el que ya no es fácil distinguir si un recorte de periódico antiguo inspiró una escena del libro o ha sido recreado para dar mayor veracidad al conjunto.
"No nos fumamos los miles de cigarrillos de la primera vitrina: los vaciamos, los rellenamos con una mezcla de papel que no se estropea y utilizamos una aspiradora para que se las "fumara": fuimos respetuosos con la ley antitabaco", matizó Pamuk con un guiño al hábito poco saludable de su protagonista.
La financiación del proyecto salió "en un 95%" del bolsillo del propio autor, aunque asegura que no la puede cuantificar.
"Probablemente más que el montante del premio Nobel", aventura, "aunque lo que más me pesaba era el tiempo que empleé: equivaldría a media novela".
La entrada cuesta 25 liras (unos 10 euros) y dentro de pocas semanas se lanzará, además, un catálogo de los objetos expuestos, disponible en varios idiomas.
EFE