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sábado, 26 de enero de 2013

MASACRE DE UCHURACCAY EN PERÚ: 30 AÑOS DESPUÉS


Martín Guevara.- El 26 de enero de 1983 se perpetró un crimen contra ocho periodistas peruanos en la localidad de Uchuruccay, ubicado en la provincia de Huanta en el departamento de Ayacucho, que 30 años después, constituye un claro desafío entre la vida y la muerte en la larga lucha periodística por la búsqueda de la verdad.

Los nombres de Eduardo de la Piniella, Pedro Sánchez, Félix Gavilán (que laboraban para el Diario de Marka); Willy Retto y Jorge Mendívil (Diario El Observador); Jorge Sedano (de La República); Amador García (Semanario Oiga) y Octavio Infante (Noticias de Ayacucho), constituyen el mayor ejemplo del riesgo y peligro de ser periodista en la Zona de Emergencia de Ayacucho durante los años 80, así como la demostración de los graves destrozos sociales, humanos y económicos, como producto de la guerra entablada por la organización terrorista Sendero Luminoso contra el Estado peruano.

La misión que tenían estos hombres de prensa, era investigar los asesinatos de varios dirigentes senderistas por los comuneros de esta localidad en el mes de enero de ese año 1983. Sin embargo, pese a que los periodistas fueron acompañados de un guía bilingüe que entabló un diálogo con los pobladores de Uchuruccay, fueron asesinados brutalmente, junto con un comunero que se opuso al linchamiento y matanza de todos los involucrados.

Por este motivo y ante las reacciones de la prensa peruana e internacional, el gobierno del entonces Presidente Fernando Belaúnde, dispuso la conformación de una Comisión Investigadora presidida por el escritor y periodista Mario Vargas Llosa, que llegó a la conclusión de “que los periodistas fueron asesinados por los comuneros al ser confundidos con terroristas, quienes asechaban constantemente a dicha comunidad”, coincidiendo con la versión oficial del Comando Político Militar de Ayacucho, dirigido en esa época por el General Clemente Noel.

Pero la “Teoría de la Confusión”, enarbolada por la Comisión Vargas Llosa pronto fue descartada por tratarse de un encubrimiento de los verdaderos autores del crimen, ya que investigaciones periodísticas y judiciales posteriores, demostraron que hubo un diálogo previo entre los hombres de prensa y los comuneros de Uchuraccay, que luego devino en violencia y su posterior asesinato, tal como lo graficaron las reveladoras imágenes tomadas por el fotógrafo Willy Retto, momentos antes de morir.

Además, los comuneros siguieron las instrucciones de un grupo de “Sinchis” (Cuerpo anti terrorista, perteneciente a la entonces Guardia Civil, organismo policial peruano), “para que mataran a todos los forasteros que llegaban por tierra porque serían terroristas, ya que ellos (los policías) llegarían en helicópteros”.

Luego de que fueran perpetrados los asesinatos, los comuneros entregaron los cuerpos a las Fuerzas Armadas acantonadas en la zona y se dieron a conocer los hechos. En el juicio llevado a cabo posteriormente, los familiares de las víctimas desecharon el Informe de la Comisión Vargas Llosa por no hallar corresponsabilidad en los “sinchis” y al llegar a la máxima instancia judicial, sólo tres comuneros fueron condenados a 15 años de prisión.

Como nota final, cabe indicar que la comunidad de Uchuraccay fue abandonada en 1984, luego de ser masacradas 135 personas por parte de los senderistas, las acciones represivas de las fuerzas armadas y policiales, así como de grupos  paramilitares, luego del crimen de los ocho periodistas. En octubre de 1993, 15 familias originarias regresaron a la zona para refundar dicha comunidad