La esposa del venezolano, Losanger Arenas uno de los principales líderes de la secta Defensores de Cristo, desmantelada hace poco en México, concedió una entrevista al medio impreso Panorama, donde reveló detalles sobre su relación con él y de como hacia creer a sus miembros que su fundador, el español Ignacio González de Arriba, era el “Nuevo Jesuscristo”.
Via Skype, la periodista mexicana, habló con este medio venezolano sobre lo que describe como una “pesadilla”, y de la cual se considera una “sobreviviente”, pues a pesar de su preparación profesional, pagó con creces su extrema confianza e inocencia.
A continuación su testimonio de esta historia.Conocí a Losanger por internet. Encontré un anuncio de trabajo online donde podías ganar dinero desde tu casa. Me llamó la atención uno sobre llamadas telefónicas. Era todo normal, pagaban las comisiones por venta. Él hacía lo mismo desde Caracas, en Venezuela, por eso nos conocimos. Con el tiempo se fue haciendo una amistad, de conversar por teléfono. Un día me dijo que fuéramos novios por internet, y bueno, a mí hasta me pareció como algo inocente y me dije, ‘si no me gusta apago la computadora y listo’. La empresa de telefonía estaba en España y por ventas nos habíamos ganado ir a un congreso con los gastos pagos.Nos conocimos personalmente así, en 2005, y estando ya frente a frente me dijo que estaba enamoradísimo. Meses después él va a México a visitarme. Luego, renuncia a su trabajo y se queda en México tres meses más y me propone montar nuestro propio negocio de telefonía. Lo que yo no sabía era que él ya tenía establecida su escuela de bioprogramación, vía online, en Venezuela.Él se veía un buen chico, éramos como cualquier pareja de novios. Se vino a México definitivamente y después de medio año fue que comenzamos a vivir como pareja.Mi esposo me dice que ya teníamos que vivir de acuerdo con nuestro estatus, que podíamos mudarnos a una casa más grande, que mi suegra, Belén Segovia, vendría a pasarse las navidades, y también uno de sus mejores amigos de enseñanza, llamado Tito (Mernissi).Lo de la telefonía solo fue al principio. Luego me habló sobre dictar cursos de bioprogramación. Yo lo veía como cursos de autoayuda, donde nunca se hablaba de religión. En dos años reunimos más de 3 mil personas en las ciudades más importantes de México, donde nos contrataban para ir a dar cursos. Llegó a hacer un negocio bien rentable. Pero cuando Ignacio, el creador de los cursos de bioprogramación (el español fundador de la secta), vio que había una infraestructura sólida nos dice en el 2009 que organizáramos una gira de dos meses, donde él daría cursos.En octubre de 2009 rentamos la casa. En diciembre llegan mi suegra y Tito. Ella me dice que se venía a vivir con nosotros, sorpresa para mí porque esas cosas se conversan en pareja primero. Empiezan a decirme que en realidad la bioprogramación es una misión.Un año antes, Losanger y yo habíamos perdimos un bebé. Ya yo tenía 38 años. Nunca había podido ser mamá. Tú vives un engaño sistemático. No es que amaneces creyendo y ya. Él me decía que Ignacio nos ayudaría a ser padres porque tenía poderes de sanación.Cuando me dicen que Ignacio es el Cristo reencarnado, y que su iglesia se llamaba Seguidores de Cristo, me dije: ¿qué es esto? Entonces le hablé por primera vez de divorcio.Comenzaron las amenazas. Él todavía no tenía la residencia legal en México. Las acciones de la empresa estaban a mi nombre, porque las leyes de mi país no permiten que un extranjero tenga mayoría de acciones. Me decía, tú no me dejas hasta que yo tenga los papelitos y las acciones. Comenzó a decirme, mira, Torreón (ciudad mexicana donde vivían), se ha vuelto insegura, hay niños que se pierden a la salida del colegio, y entendí que hablaba del amor de mi vida, mi sobrino.Ellos pedían 10 mil como inicial y te comprometías a pagarle 300 dólares semanales durante 5 años y a darle el 20% de todos tus ingresos de por vida. El curso costaba 130 mil dólares, pero podían dejarlo en 100 mil.Las cuentas de banco pasaron a nombre de Losanger y lo hice porque quería salirme lo más rápido posible de esa situación. A principios de 2010 llega Ignacio a México y es cuando empiezan a venir personas de varios países, todos con 10 mil dólares en mano. Yo vi gente llegar con ese dinero en su maleta, gente que juntó su pensión como jubilada, que vendían su carro y hasta hipotecaban sus casas.En noviembre de 2010 se van a la finca en Nuevo Laredo (lugar donde fue desmantelada la secta por las autoridades mexicanas en enero de 2013).No tienen idea de la cantidad de dinero que entraba. Tenían obispos que seguían la formación por internet, y eran los encargados de recolectar las limosnas en Chile, México, Rusia, Alemania, Suiza, Paraguay, en tantos otros países.Pasé de ser la dueña de mi negocio a ser la esclava, la sirvienta de esa secta.En la última discusión que tuvimos, Losanger me dio una golpiza. Yo me había hecho una prueba de embarazo que había dado positivo. Ya no quería sufrir más. Un colaborador de la Red de Apoyo me ayudó a escapar. Estaba en la Cruz Roja recuperándome. Era octubre de 2010. Cuando me fui a Perú quería empezar mi vida desde cero.Yo no había hablado de esto con nadie públicamente hasta enero de 2013 que desmantelaron la secta, que ya estaban en la cárcel. Myrna García (coordinadora de la Red de Apoyo para Víctimas de las Sectas, y mediadora para lograr los testimonios), me llenó de valor.Fui a México y ratifiqué mis denuncias por maltrato que conocían las autoridades mexicanas por medio de la Red de Apoyo. En la secta se hacían prácticas de orgías, los líderes tenían relaciones con tres prostitutas por día. A las mujeres les hacían tener prácticas lésbicas aunque no lo fueran. Yo tenía que ver a mi marido teniendo relaciones con prostitutas en mi propia cama. Me obligaban solo a ver, pero en dos ocasiones me forzaron a participar.Puedo testificar que Ignacio hacía que su hijo menor, de solo 11 años, viera pornografía. Su hijo y su hija de 9 años dormían en la misma cama. La niña lloraba y decía que ya no quería dormir en la misma cama con su hermano porque él le hacía cosas que no le gustaban.También conocí el caso de Fernando, un jovencito indígena. Él llegó a la secta, en Torreón, diciendo que no tenía los 10 mil dólares de inicial. Losanger le dijo, si tú no tienes el dinero para pagar, anda y vende un riñón porque mi maestro te lo va a regenerar. El chamaco regresó después con el dinero en la mano vestido con una camisa manchada de sangre seca, yo me sentí espantosamente, y me dije, ¿qué hizo este niño? Semanas después lo corren de la formación porque hizo un comentario que contradijo las enseñanzas de los supuestos maestros.No sabemos del paradero del Fernando, no sabemos si está vivo. Él trató de suicidarse. Se cortó las venas. Yo vi manchas de sangre en el piso, en las paredes, y una nota escrita a mano que me estremeció y que decía: Si Cristo me ha rechazado, no tiene sentido que siga viviendo. Le conté a Losanger y él solo me contestó: Si se mató no es mi problema.En enero de 2011 llegué a Perú apoyada por amigos, aquí vivo al día, soy una sobreviviente.Ésto le puede pasar a cualquiera. Yo tengo una profesión como comunicadora social, dos maestrías, experiencia en medios, profesora universitaria e igual caí. Te hacen dudar de tus creencias, ellos te saben manipular. Que la gente cuide a sus hijos, que vean qué páginas web visitan, porque hay quien cae hasta por pura curiosidad”.Hoy Losanger Arenas está preso en México, mientras espera sentencia junto con 23 detenidos más.