AFP) - Enfrentados a complicadas condiciones de vida, los cubanos continúan emigrando masivamente 20 años después de que unas 37.000 personas se lanzaran al mar para intentar llegar a Estados Unidos, en la llamada “crisis de los balseros”.
La ola se generó en medio de una crisis económica y de la mayor protesta contra Fidel Castro, el 5 de agosto de 1994, y condujo a negociaciones secretas entre Cuba y Estados Unidos.
Desde entonces el éxodo no ha cesado, aunque quedó atrás la fase más dura de la crisis económica.
Cuba emprendió reformas con el presidente Raúl Castro, quien sustituyó a su hermano Fidel en 2006. Pero cada año se van de la isla unas 40.000 personas, según cifras oficiales, sólo que ahora casi todos lo hacen en avión, de manera legal.
Desde 2011, los emigrantes no pierden sus casas y demás bienes, pues ahora Raúl Castro no los considera “traidores” o “gusanos”. Además, pueden visitar la isla cuando quieren.
“Me voy para estar con mis dos hijas, que viven desde noviembre en Miami” con su madre, explicó un extécnico de un laboratorio farmacéutico de 55 años, que consiguió visa para un país centroamericano, desde el cual planea viajar a Estados Unidos.
Después de la crisis de los balseros, unos 600.000 cubanos han emigrado legalmente, según cifras oficiales.
Miami, donde viven un millón y medio de cubanos, sigue siendo su destino preferido, pero ha crecido el interés por España -pese a la crisis económica- y América Latina.
La provincia canadiense francófona de Quebec tiene un programa migratorio que también atrae a cubanos.
Aunque desde 2013 no existen barreras para viajar al exterior, hay cubanos que todavía optan por una balsa ante la imposibilidad de costear un billete aéreo o conseguir visa en otro país.
Los que llegan a Estados Unidos obtienen refugio, pero quienes son capturados en el mar por guardacostas estadounidenses son repatriados bajo la política de “pies secos/pies mojados”, que empezó a aplicarse tras la crisis de 1994.
Ola de secuestros de lanchas
La crisis se desató tras la protesta del 5 de agosto de 1994 en el Malecón de La Habana, la mayor desde que triunfó la revolución en 1959.
Antes del amanecer, la policía desalojó a potenciales emigrantes del puerto, pero éstos se concentraron en el Malecón a la espera de yates que -según emisoras anticastristas de Miami- llegarían de Florida a recogerlos, como en el éxodo de Mariel de 1980.
Sin embargo, los yates no llegaron.
Al mediodía comenzaron las protestas, con choques entre potenciales emigrantes y piquetes de policías y obreros movilizados por el gobierno. Los disturbios cesaron horas después cuando Fidel Castro llegó al lugar.
La tensión venía creciendo desde el 13 de julio, cuando un remolcador secuestrado por 68 personas para irse a Estados Unidos se hundió luego de que otras embarcaciones lo interceptaran para impedir su fuga, ahogándose 37 personas.
En los días siguientes hubo otros secuestros. Guardacostas estadounidenses interceptaron lanchas en el mar y acogieron a los secuestradores.
Negociaciones secretas entre Clinton y Castro
Castro exigió a Washington que no estimulara la emigración ilegal, pero el 12 de agosto, tras el intento de secuestro de un tanquero, ordenó a las unidades navales que permitieran las salidas de balseros.
Miles de cubanos se lanzaron al mar en los días siguientes. Se ignora cuántos murieron tratando de alcanzar Florida, a 150 km de Cuba.
El 19 de agosto el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, anunció que los balseros rescatados por la Guardia Costera serían confinados en la base norteamericana de Guantánamo (Cuba).
Mientras tanto, Clinton y Castro emprendieron negociaciones secretas, que culminaron el 9 de septiembre con un acuerdo que establecía que Washington otorgaría 20.000 visas de migración a cubanos cada año.
Cuatro días más tarde, Castro prohibió de nuevo las salidas ilegales.