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domingo, 14 de septiembre de 2014

Barquisimeto: Ciudad de los atardeceres encendidos de colores

AVN.- En Venezuela, algunas ciudades son famosas por sus antiguos techos rojos, otras por sus largos y majestuosos puentes, o por la producción de ricas naranjas.
En el centro occidente del país, se encuentra la ciudad de Barquisimeto, capital del estado Lara, conocida por el monumento arquitectónico Flor de Venezuela, su obelisco y también por sus célebres y bellos atardeceres.
Poemas, canciones, historias, cuentos, lienzos y fotografías, han inmortalizado los atardeceres barquisimetanos.

Esta urbe, conocida como la Ciudad de los Crepúsculos, cumple este 14 de septiembre, 462 años de fundada.
Se trata de más de cuatro siglos y medio pintando sus cielos de hermosos crepúsculos, para la contemplación conmovedora de sus habitantes, sus amables visitantes y la admiración de miles de personas que han tenido la oportunidad de verlos, escucharlos y disfrutarlos a través de otros que logran una descripción, casi exacta, de un atardecer barquisimetano.
Del fenómeno natural a la composición poetizada
Desde el punto de vista científico, el crepúsculo se produce cuando la luz del sol ilumina las capas altas de la atmósfera. Debido a este fenómeno la luz se difunde en diversas direcciones por las moléculas del aire, lo que permite iluminar todo su entorno.
Para la especialista en eco-turismo y ambiente, Laura Ávalos, más allá de las explicaciones científicas, "todos los días los crepúsculos en esta ciudad son distintos. Es un espectáculo visual digno de sentarse a contemplar como lo haría cualquier persona con una obra de arte. Esta experiencia se asemeja a estar en un museo a cielo abierto".
"Podemos decir que los crepúsculos son un patrimonio natural del país porque, no en todas partes puede observarse diariamente, un fenómeno natural de tan rara belleza.", explicó Ávalos.
La historia de Guachirongo
Julio Garmendia (El Tocuyo,1896- Caracas,1977) fue uno de los artistas, entre escritores, pintores, fotógrafos y documentalistas, que a través de la palabra inmortalizó los crepúsculos barquisimetanos.
En el cuento Guachirongo, publicado en el libro La tuna de oro (1982), Garmendia establece una relación entre un personaje popular de Barquisimeto de principios del siglo XX y los crepúsculos que se contemplan cada tarde en esta ciudad.
Guachirongo, es un hombre que "vivió (y murió tal vez realmente) entre las nubes de los crepúsculos", relató el escritor que vivió sus primeros años de vida en Barquisimeto.
Este personaje popular de origen desconocido, deleitada a la población, de principios del siglo XX, con sus bailes y gritos de legítima inocencia que se veía y escuchaba en sus calles cuando llegaba la tarde, justo antes de ocultarse el sol.
"A pesar de todas las calamidades que lo afligían (o quizás por eso, justamente), Guachirongo, más que en la tierra, vivía en las nubes, y especialmente en las nubes del crepúsculo. Caminaba acompañado de una decena de perros, bailaba o gritaba mirando hacia ellas", escribió .
Cuando le preguntaban: "Guachirongo, ¿dónde vives?, él respondía ¡Po alláaa, po los laos e las nubes colorás!"
Un día, de repente, desapareció, y con él, sus perros, sus gritos y cantos al atardecer. Aún en el siglo XXI abuelas que escucharon hablar a sus bisabuelas de esta historia, lo recuerdan con afecto.
El significado para un barquisimetano
Cada barquisimetano y barquisimetana tiene su experiencia personal con los crepúsculos. Los que viven en el oeste de la ciudad, lugar donde se oculta el sol, salen casi todas las tardes a los patios de sus casas o al balcón de sus apartamentos a apreciar la puesta crepuscular.
También están los aficionados que con sus celulares o cámaras fotográficas siempre listos, para fotografiar los atardeceres y publicarlo en sus cuentas a través de las redes sociales.
Félix Peña es uno de ellos. "Todos los crepúsculos son distintos, unos más espectaculares que otros", comentó entrevistado por AVN.
Peña aseguró que los meses previos a finales de año son los más hermosos. "Se mezclan todos estos colores y se refleja un cuadro natural que ninguna pintura es capaz de mostrar".
La capital del estado Lara cumple este domingo 14 de septiembre, 462 años de vida bajo un cielo iluminado que sólo la naturaleza es capaz de mostrar y cada uno capaz de admirar.